Transcurrido medio siglo de aquel espeluznante acto de la naturaleza, los florentinos recuerdan el devastador "alluvione" que marcó un antes y un después para la histórica ciudad.
Se trató de la inundación por desborde del cauce del río más grande desde 1270. Hubo 35 víctimas mortales, 17 dentro la ciudad y 18 en las zonas periféricas.
Ese día, por largas horas Florencia se convirtió en un inmenso lago de agua lleno de barro y detritos, que cubrieron más de seis kilómetros cuadrados tanto en la parte norte como en la sur del Arno.
Los principales servicios básicos quedaron interrumpidos, el agua, el gas y el teléfono, y en algunas zonas también la electricidad.
Hubo incluso problemas para conseguir alimentos y la situación se tornó dramática tanto en los hospitales como en muchas viviendas privadas arrasadas, aunque también muchos monumentos e iglesias.
El Arno comenzó a desbordarse en diferentes puntos de su recorrido por la ciudad hacia la 1 de la mañana del 4 de noviembre, a raíz de una oleada excepcional de condiciones meteorológicas adversas.
El agua penetró rápidamente en la planta baja de las viviendas, cubriendo en algunos casos los primeros pisos en el maravilloso centro histórico, así como en la Catedral, el Palacio Viejo -sede del municipio- y en tantos otras construcciones llenas de historia y de arte.
En muchos puntos, el agua alcanzó un nivel de cinco metros de altura. Por horas se temió lo peor sobre todo para el destino del célebre Puente Viejo de la ciudad, que corría el riesgo de derrumbarse a raíz de la fuerza de la aguas del río, que arrastraba consigo troncos de árboles y otros objetos con violencia inusitada.
Pero la majestuosa estructura construída en el 1300, y uno de los símbolos de la ciudad, se mantuvo en pie.
Entre las principales "víctimas" del aluvión figura el inmenso patrimonio de las bibliotecas históricas: miles de libros, entre los cuales muchos manuscritos, quedaron arruinados por el barro. Muchos de ellos se encontraban en la Biblioteca Nazionale, un inmenso edificio que se encuentra muy cerca del Ponte Viejo frente al río y muy cerca de la Plaza de Santa Croce.
El agua se retiró de la ciudad sólo dos días después. La catástrofe puso en marcha la solidaridad de todo el país: muchos los jóvenes procedentes de otros puntos de Italia y del extranjero llegaron a la ciudad donde trabajaron por días para despejar a las zonas cubiertas por el agua. Todos ellos entraron a la historia bajo el nombre de "los ángeles del barro".
El aluvión fue recordado hoy durante una ceremonia en el "Palazzo Vecchio" con las autoridades florentinas y nacionales, encabezadas por el primer ministro Matteo Renzi, quien fue por años alcalde precisamente de Florencia.
Dirigiéndose a un grupo de "ángeles del barro" -quienes trabajaron en medio de aquella tragedia- presentes en la conmemoración, Renzi recordó el trabajo realizado y al mismo tiempo agradeció "el optimismo y energía" que supieron tener en esos días de angustia para toda Italia. (ANSA).