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Venerdì, 07 Aprile 2017 21:50

Fallecio, Osvaldo Barreto Milani: intelectual, profesor, periodista luchador por la democracia

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Umberto Calabrese y Oswaldo Baretto Milani Umberto Calabrese y Oswaldo Baretto Milani

Me encontré con Oswaldo Baretto Milani, a mi llegada a Caracas, me encontré con él a través de un amigo común, el abogado Francisco Paz a la que le estaré eternamente agradecido, por darme este privilegio. Oswaldo me dijo una vez que era de origen italiano, de la isla d’Erba en Toscana. Su bisabuelo sigue Simon Bolivar después del juramento Montesacro en Roma y llegó a luchar por la independencia de Venezuela, al igual que muchos italianos como: el Baretto, el Milani, los Lupi, los Castelli, el Codazzi, etc ..


“Pero no tengo pasaporte italiano de la época de mi bisabuelo no había Italia, pero son más italiano de los italiano también mi madre era de origen italiana (Milani). Es la su historia: profesor de derecho en la Universidad Central de Venezuela, enamorándose por el comunismo, la amistad con El Che y Fidel Castro, la guerrilla en la cárcel de Venezuela, el exilio en Milán, Londra, y luego regresar en Caracas. El partido con su amigo y compañero de aventuras Teodoro Petkoff , la fundación del periódico de oposición el Talcual”. Usted sabe que tengo dos columnas semanales en Tal Cual, pero leer su revista Ágora también puedo escribir una columna semanal para usted? Por supuesto Oswaldo es un honor y así fue. En todos estos años hemos visto a menudo y siempre era una alegría con su sombrero como Giuseppe Garibaldi, sus largas llamadas telefónicas, hablando de la geopolítica, proyectos, reuniones de recuerdos y planes para el futuro. Hola amigo y maestro Oswaldo! RIP

Asì lo recurda el Tal Cual

 Nos deja Oswaldo Barreto, el compañero, el hombre culto, leal, aventurero, solidario, del grupo fundador de TalCual, pues siempre acompañó a su amigo Teodoro Petkoff en todos sus proyectos

La muerte, esa saeta silenciosa a la que alude Jorge Luis Borges, disparada desde alguna oscura esquina, se cebó este viernes contra Oswaldo Barreto, un personaje extraño, porque había en él mucho de lealtad, de rabioso, aventurero, solidario, pero provisto de una inagotable lucidez que le permitía abordar temas literarios, las artes o la política internacional con profundidad y a prueba de defraudar a quienes lo leían semanalmente en este periódico.

Amigo entrañable de Teodoro, desde los tiempos del PCV y del MAS, era evidente que fuera Oswaldo uno de los primeros en dar el paso adelante cuando a Petkoff se le ocurrió fundar TalCual, y que cuando preguntara quién se ocuparía de Opinión e internacional, Barreto levantara su mano para hacerlo sin sueldo ni privilegio, porque desde joven su vida estuvo signada por convicciones y sacrificios.

Para quienes solíamos escuchar sus relatos, en esos minutos de oro en los que los periódicos cierran sus ediciones, Barreto rezumaba todo el conocimiento encapsulado en aventuras de guerrillero, filósofo, políglota (hablaba inglés, francés, alemán, italiano y ruso) dirigente político, intelectual, profesor universitario y escritor cuyas obras quedan ahora dispersas en sus notas plasmadas en la columna Pórtico.

De una modestia y conocimientos que solía disfrazar con mal humor, pocos supieron de su amistad con Fidel Castro, Salvador Allende o el Che Guevara, a quien por cierto le escribió el texto en francés que el “guerrilero heroico” leyó en París en el congreso insurgente de Olas. Era, en verdad, sabroso oír de Oswaldo el cuento de cómo le impidieron salir de un hotel en La Habana, por “órdenes superiores”, porque en unos minutos pasaría el Comandante. Los jóvenes periodistas de TalCual reían, entre la perplejidad y el asombro, cuando Barreto recuerda que bajó de su habitación, esperó que pasara Castro y le espetó: “Coño, Fidel, hay que ver que tú si tienes bolas. ¿Cómo se te ocurre cerrar una calle y un hotel porque ibas a pasar? ¿No te parece un abuso de autoridad?”, a lo que Fidel le contestó con una alargada carcajada, mientras los españderos lo apuntaban esperando una orden.

Sí, así fue este trujillano de alta catadura moral que este viernes acaba de despedirse a los 86 años y nos deja el grato sabor de haberlo conocido, con su mal carácter pero también con su valiosa amistad, con sus reflexiones teóricas y la lucidez intelectual, aunada a su experiencia, de una vida que debió convertirse en un libro y que Oswaldo Barreto, tal vez sin querernos nos lo relató cada día, cuando el sol empezaba a ocultarse tras las ventanas.


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