El gobierno mexicano comenzó a intervenir contra quienes, movidos por la codicia derivada de la popularidad mundial del aguacate, derriban árboles para ganar espacios de cultivo y perjudican el ambiente.
Organizaciones ecologistas habían advertido que el "boom" de las exportaciones de la también llamada "palta", o "fruto de la mantequilla", estaba pasando una costosa factura al entorno y reduciendo los bosques sobre todo en los estados de Michoacán y Jalisco, sur y occidente del país.
La Procuraduría Federal de Protección al Ambiente clausuró seis huertas en Jalisco por carecer de autorización para cambio de uso del suelo, que ocupaban 145 hectáreas en tres municipios.
Al menos 9.500 árboles de pino y encino habían sido derribadas, según la agencia gubernamental, la cual indicó que se contabilizaron 32.686 árboles de aguacate cultivados y estimaron que se pretendía plantar 42.000 más.
El aguacate abocado es conocido ahora como el "oro verde" mexicano, desde que se convirtió en el bocadillo favorito que se consume durante las grandes competencias deportivas en Estados Unidos, sobre todo en los grandes torneos del "fútbol americano".
Los productores mexicanos pagaron cinco millones de dólares por un mensaje publicitario de apenas 30 segundos en la última versión de esta competencia entre Los Patriotas de Nueva Inglaterra y los Halcones de Atlanta, presenciado por 130 millones de personas en febrero pasado.
Pero después de Estados Unidos, comenzó a convertirse en la sensación en otras naciones como Canadá, así como en países de Asia como China y Japón, desatando una verdadera "aguacatemanía".
Precisamente las exportaciones crecientes a esos países, entre otros factores, lo han convertido en un "fruto prohibido" por sus altos precios, que se incrementaron hasta tres veces desde hace varias semanas. Las exportaciones a Canadá aumentaron 17% el año pasado, con 74.270 toneladas, mientras los embarques a Japón repuntaron 25% en 2016 respecto al año anterior y cerraron en 68.500 toneladas, según fuentes oficiales.
Ramón Paz, vocero de la Asociación de Productores y Empacadores Exportadores de México, señaló que el 95% de los aguacates que consumen los japoneses proceden de este país y sólo un 5% de otras naciones.
Los productores están invirtiendo entre tres y cinco millones de dólares anuales en ambos países para promover el consumo del aguacate.
China es ahora objeto de disputa de parte de los principales productores de aguacate, sobre todo de América Latina, como México, República Dominicana, Perú y Chile.
México lleva la ventaja sobre otros países productores de palta de la región porque cosecha el fruto todo el año, y no sólo cuatro meses, como sus competidores y produce variedades más apreciadas para el gusto de los estadounidenses, chinos y japoneses como "Hass", "Criollo" y "Fuerte".
Pero los grupos ambientalistas alertaron sobre el lado oscuro de este fenómeno y exigieron al gobierno intervenir para evitar que los productores acaben con zonas boscosas para convertirlas en campos de cultivo de aguacate. Según algunas denuncias, los campesinos provocan incendios forestales para luego plantar árboles de aguacate en el terreno devastado y otros ocultan las plantas entre los pinos, a los que cortan uno a uno para evadir a las autoridades o dejan secar los árboles viejos para justificar su corte.
Como resultado, cada año se pierden entre 600 y 1.000 hectáreas de bosque por este motivo, según el Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias.
El gobierno paga a propietarios de bosques por conservar los árboles y por un asesor que les ayude a elaborar un plan de conservación y proyectos de venta de "servicios ambientales".
Sin embargo, les resulta más rentable vender o alquilar sus predios a productores de aguacates que llegan con las "alforjas llenas" a hacerles ofertas "difíciles de resistir".(ANSA).
 (Copia).jpg)
increase font size
