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Domenica, 23 Luglio 2017 14:53

Anna Magnani, en una gran muestra

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Anna Magnani enojada, desparramada en el sofá de su casa, la actriz sonriente en el escenario y la que abraza a su amigo Marlon Brando; la Anna triste, en la icónica escena de "Roma Ciudad Abierta", la del Oscar de 1956 por "La Rosa tatuada", la Anna que ríe de corazón y parece hacer oír todavía su voz inconfundible.


Tratándose de Anna Magnani, la muestra fotográfica instalada en el Vittoriano de Roma, el mítico monumento a Víctor Manuel II, -del 22 de julio al 22 de octubre- no puede sino emocionar.
El curador, Mario Sesti, eligió en tamaños distintos, de los archivos del Instituto Luce Cinecittà y del Centro Experimental Cineteca Nacional, tomas representativas de la vida de la gran actriz, alternando el cine, el set y la vida privada.
"Un camino emocional", contó Sesti, que hace descubrir los mil rostros de esta mujer, entre momentos conocidos, popularísimos, y otros que resultan auténticos descubrimientos.
La sección "en su casa", por ejemplo, "es la que restituye al espectador una Magnani común, que descansa en el sillón, que ve el Festival de Sanremo reuniéndose con amigos.
Y luego -explicó el curador a ANSA- está la última Anna, la que convive con su soledad.
En el relanzamiento del Vittoriano, el monumento de la plaza Ara Coeli dedicado a Vittorio Emanuele II, "albergamos muestras que quieren ser un homenaje a personas que en cierto modo hicieron Italia, un panteón de los ilustres", dijo la directora del Polo Museo del Lazio, Edith Gabrielli.
"El año pasado en estas salas se instaló la muestra sobre Lucio Dalla, y este año la dedicamos a Anna Magnani".
La muestra, de entrada libre, incluye la proyección de un documental de la RAI -televisión pública italiana- y una reseña de tres películas: "Bellissima" de Luchino Visconti, "Mamma Roma" de Pier Paolo Pasolini, y "L'Amore", de Roberto Rossellini.
Además de las fotos inéditas, audios y videos, se sigue la figura de la actriz desde su debut en el teatro de revista hasta la "Roma" de Fellini, su última e inolvidable aparición en el cine, como encarnación misma de la ciudad.
"Estas fotos exaltan su capacidad de expresarse, un yacimiento expresivo -definió Sesti- capaz de las mayores distancias, del gran dolor a la gran alegría, de la rabia a la ternura. En el fondo qué es un actor si no esto?".
Se trata de "la capacidad de llevar esta gramática de los sentimientos y de las emociones que nos caracteriza a todos a un grado de incandescencia del que no somos capaces y que por eso nos permiten identificarnos", agregó.
La Magnani privada, entre sus habitaciones, finalmente no es tan distinta de la pública: Anna fue siempre una mujer libre, de reír o entristecerse sin preocuparse de la imagen, a años luz del divismo de plástico de Hollywood. (ANSA).

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