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Martedì, 26 Settembre 2017 13:47

Aldo Giordano, Nuncio Apostólico “Venezuela es un país que ama la vida”

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Caracas (Venezuela) - Solo el espíritu permite a cada uno realizarse en la comunión con los demás. No hay molde único. Una serenidad que nace de la fe, de la sencillez de la oración como un hilo directo con Dios. La Iglesia Católica, una comunidad de fieles unidos para regir espiritualmente y santificar a los hombres, cercana a los sufrimientos de los pueblos y con la misión universalista de luchar con valor y caridad, con una fuerza permanente y viva, que se expresa también a través de las Nunciaturas Apostólicas alrededor del mundo. Aldo Giordano, Nuncio Apostólico de Venezuela, en tres años ha visitado toda su geografía con el aliento del esfuerzo comunitario y el mensaje de paz, progreso, cooperación y ayuda, para servir una relación fraternal y transparente entre la Santa Sede y el pueblo venezolano

Católico significa universal, somos una familia internacional de cerca mil millones y trescientos mil de creyentes; mi rol como Nuncio Apostólico es ser el representante del Papa en este querido País. Esto incluye ser representante del Vaticano que es un estado, el más pequeño del mundo, y también de la Santa Sede que es la Jerarquía de la entera Iglesia católica, con el Papa come Jefe. Es interesante que el Derecho Internacional reconozca la Santa Sede come sujeto de derecho, casi como un estado. Como representante del Papa tengo como primera tarea el servicio de la comunión entre la Iglesia en Venezuela y el Papa, es decir la Iglesia universal. Una segunda tarea es el servicio diplomático de la relación del Papa con el Gobierno del País. La prioridad de la diplomacia vaticana es el tema de la paz, que es la base indispensable del progreso y de la cooperación entre los pueblos. Soy también Decano del cuerpo diplomático, son cerca 80 los Embajadores acreditados en Venezuela de las diversas naciones del mundo. Estoy muy agradecido por la relaciones amicales y constructivas que tenemos entre todo los Embajadores y Jefes de Misión. Desde el primer día me he involucrado en la historia de este país, con intentos de diálogo y de encuentro, con las dificultades que se conocen, de salvaguardar y promover la dignidad de las personas, evitar la violencia, promover la libertad de religión, es decir, la libertad de culto, la posibilidad de la Iglesia de contribuir al bienestar del pueblo, en particular con la obra educativa y la solidaridad. Si hay una violación de los derechos humanos es tarea de la Iglesia denunciar, intervenir y hacer, el amor construye y el odio destruye; la Nunciatura no entra directamente en los temas políticos ni en las cuestiones judiciales de un País, son los pueblos los que deciden en estos ámbitos. Las relaciones entre la Santa Sede y Venezuela son transparentes y fraternales”, dijo su Excelencia el Nuncio Apostólico de Venezuela, Aldo Giordano

¿Cuál fue su encuentro con la iglesia de Venezuela?

Como he dicho, una de las funciones del Nuncio es servir la comunión entre el Papa y la Iglesia del país, informar al Papa de la vida de esta Iglesia, mantener firmes y eficaces los vínculos de unidad entre la Santa Sede y las Iglesias locales y transmitir los mensajes que llegan de Roma. En estos tres años y medio, he tenido el don de establecer una relación profunda y hermosa con la iglesia de Venezuela, de amistad y hermandad fraternal con todos los Obispos del país, he visitado las 42 Circunscripciones eclesiásticas, todas las Diócesis, los tres Vicariatos apostólicos, lugares misioneros que tiene un Obispo, ubicados en Puerto Ayacucho (Amazonas), Tucupita (Delta Amacuro), Santa Elena de Guiaren (La Gran Sabana, Caroní), son zonas misioneras. Tenemos también el ordinariato militar, que se ocupa de todo el cuerpo de los militares y guardias. Una tarea eclesial muy importante del Nuncio son las prácticas para el nombramiento de los Obispos, desde que estoy aquí han sido nombrados ya 20 obispos, es un momento histórico, ahora estamos trabajando para sedes muy importantes como la arquidiócesis de Maracaibo, la de Cumaná y después va a llegar la misma Caracas. Mi lema episcopal dice: “Cristo resucitado les precede en Galilea” (en latino, Praecedit vos in Galilea), yo llegué a Venezuela con esta fe que el Cristo Resucitado me ha precedido y me ha guiado para transmitir un rayo de resurrección y de esperanza como fuente de dinamismo.

¿Qué le parece Venezuela?

Venezuela es un País muy hermoso y su pueblo me ha robado el corazón, por la calidez, la simpatía y también por las lágrimas que sufre, el sufrimiento crea una relación más estrecha; es un pueblo que te expresa un cariño espontáneo, cuna de artistas, de músicos, de bailes, de atletas, que comparten sus tradiciones culturales como los indígenas; es un pueblo que ama la vida.

He recorrido con tesón y voluntad muchos pueblos, caseríos, comunidades, parroquias, diócesis de Venezuela. Creo que pocos venezolanos han tenido la suerte de visitar tantos rincones del país como yo lo he hecho. Tengo en mi corazón los encuentros con las comunidades, los niños, los jóvenes, las familias, los ancianos, los estudiantes de los colegios y de las Universidades, con los Pemones de la Gran Sabana, los Wayuu de La Guajira, los Yanomami del Alto Orinoco. Jamás podré olvidar la belleza de Los Roques, de Canaima, de los Andes y de las luces de Caracas que en la noche la trasforman en un pesebre. La gente siempre me ha tratado con mucho cariño. Estoy conmovido por su acogida, las fiestas que hacen al Nuncio, el afecto por el Papa Francisco y la generosidad extraordinaria, también con la comida, conociendo los problemas que tienen muchas veces en la casa.

Estoy muy agradecido de estar aquí en Venezuela y del servicio que hago a pesar de las dificultades. Mi perspectiva es la de entender las cosas con los ojos de Dios, para ver la presencia de la obra de Dios a pesar de todo, para sembrar esperanza. La fe abre delante de nosotros una nueva dimensión, podemos decir que nos permite salir de este mundo, “huir” de este mundo y pasar a otro plano, aquel de Dios, del Cielo, de lo Eterno. Delante de la dureza de la realidad se trata de levantar nuestros ojos al cielo, mejor dicho, de entrar en el Cielo. Pero, después de haber enraizado con la fe nuestro corazón en el cielo, en Dios, en su Palabra, no podemos encerrarnos en el cielo, debemos retornar a la tierra, a la realidad, para afrontar la realidad, pero con ojos nuevos, con una nueva mirada sobre la realidad, la mirada que hemos adquirido en el cielo, la mirada de Dios. La mirada del Cielo nos dice que la verdadera novedad que puede escribir páginas nuevas en la historia de un País es el amor. La mirada del Cielo nos dice que un país con sus sufrimientos participa de la Cruz de Cristo y con todos los gestos y obras de amor, participa de la resurrección de Cristo. La presencia del mal, del odio, es una realidad, pero hay otra historia que podemos construir con el amor. Venezuela es un país cristiano, católico, y tiene que disfrutar más la riqueza y la novedad del Evangelio.

¿Viene el Papa a Venezuela?

El pueblo de Venezuela siente un gran amor, un gran cariño por el Papa, en especial los jóvenes que siempre me dicen “Nuncio dígale al Papa que visite Venezuela”. A finales del mes de junio me reuní con el Papa Francisco en el Vaticano y me expresó que aunque no está en programa, “sería mi gran deseo visitar a Venezuela” y yo le dije: “los jóvenes de Venezuela le mandan un gran abrazo” y respondió: “Nuncio un abrazo a cada uno de los jóvenes, ellos lo comprenden”. La palabra que más usa el Papa es “ayudar”, su primer mensaje en Colombia fue de no dejarse robar la esperanza y la alegría, tener confianza, que a pesar de todas las dificultades, los jóvenes pueden escribir páginas nuevas.

Elizabeth García Sanabria CNP/9409

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