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Domenica, 11 Marzo 2018 15:32

La pederastía ¿Puede el Papa resolver esta problemática?

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La pederastia no es un asunto nuevo, ni se terminará con sólo chasquear los dedos. Representa un problema agudo, profundo y se debe actuar en varios frentes para minimizarlo.

Quien comete el abuso sexual a niños tiene una condición cerebral -si puede decirse eso- que le impide amarrar sus instintos, sucumbe ante la tentación de la carne, es un adicto al sexo con menores.

No está capacitado para entender lo que le pasa, hay un desequilibrio cerebral en él. No está loco, sólo que un adicto busca el placer que sus centros nerviosos han sobredimensionado, este placer se lo ofrece la sustancia o el objeto prohibido que su experiencia ha incorporado como parte de su estructura mental para satisfacer lo que considera una necesidad. Como todos los pervertidos, no se consideran responsables de sus actos, de esta manera, sus necesidades burlan la censura de la consciencia y continúan haciendo daño.

En consecuencia, la oscuridad se apodera de su cuerpo y su mente para nublarle la razón e impedir que piense que está cometiendo un delito y que no sólo eso, está lastimando para siempre a un ser humano indefenso. Peor aún, está creando una víctima que luego se transformará en depredador sexual.

Es allí donde radica el problema, si la victima sufriera y se quedara dentro su dolor, no sería la mitad de doloroso, porque se consumiría él solo, sin embargo, es como un virus que infecta a toda una sociedad. Porque ese niño abusado va a hacer lo mismo a muchas otras criaturas en su adultez, entonces vemos que ese agente corrosivo se multiplicó. Es como la historia de lobos y vampiros, una vez que te muerden, te inoculan un veneno que queda para la eternidad. Entonces, observamos como esos mitos o leyendas tienen un hecho real: la oscuridad del ser, el ego tomando las riendas de la mente. Asimismo, el antídoto es un trabajo espiritual arduo que sólo un alma elevada puede emprender. La mayoría de individuos, amarrados a lo material, al cuerpo, sucumben ante los deseos de la carne.

Ahora, la pregunta fundamental es: ¿Cómo romper esa cadena de dolor? Encarcelando por tiempo determinado o imponiendo penas muy altas no se resolverá el asunto, castrándolos químicamente… tampoco, ¿haciendo un trasplante de cabeza? tal vez, porque la mente sigue corrupta, sigue el deseo latente, con las manos y otras partes del cuerpo se puede seguir haciendo daño sexual a inocentes.

Por esta razón, Interrumpir la niñez adentrando al infante al mundo sexual adulto representa un delito mayor, de los peores que existen en el mundo junto con el secuestro, y la violación de mujeres. Éstos representan acciones muy bajas, condenables desde cualquier perspectiva, en cualquier sociedad.

Vale la pena destacar, que no es un problema sólo de la iglesia católica, es un mal social, que está solapado en cualquier ámbito, se esconde porque la victima generalmente no lo revela, se avergüenza y se responsabiliza del hecho y carga con su pena para siempre. Por esa circunstancia adversa, arruina su vida, se busca parejas abusivas cuando crece o se convierte en promiscuo sexual. Además, se sumerge en diversos vicios para tapar su dolor y lo más grave, en la mayoría de ocasiones, se convierte en otro pedófilo, multiplicando el número de niños abusados. Es una bola de nieve, que va creciendo hasta el infinito.

Volvemos al asunto del castigo social, la penalización, encarcelación no sirve de nada, únicamente, para retrasar la repetición del delito. Después que alguien se pasa de los límites o normas sociales, no puede volver al punto de origen.

Si Dios salvara a un adicto, si quitara la tentación, no habría tantos pedófilos en la Iglesia católica, porque los sacerdotes con el conocimiento que tienen del Nuevo, Antiguo Testamento y toda su formación teológica, podrían controlar sus instintos, bajas pasiones o su oscuridad, sin embargo, no lo hacen, se dejan llevar por sus oscuridades más profundas. El deseo se salta la consciencia de lo moral y ético.

En todos los sectores hay abuso de menores -mucho más del que se conoce- no obstante, es en la iglesia donde se ve más el asunto porque la sociedad espera otro comportamiento de los religiosos, debido a que confían en su condición y preparación. Ellos, que con su conocimiento y formación deberían ser guías espirituales, allanar el camino hacia Dios, acercarnos al conocimiento de la Palabra y de las leyes divinas, deberían ser seres elevados espiritualmente. Además… usar dicho conocimiento de contención para amarrar sus deseos y tirarlos a la basura y por el contrario, se exceden, haciendo trizas el autoestima de los niños que dejan a su cuidado y formación.

Los sacerdotes igual que cualquier persona, se corrompen, no pueden con sus oscuridades…y es que son humanos, de carne y hueso, no son santos, por lo tanto, los padres no deben confiar en ellos como si fueran Dios, son seres con instintos, deseos y ego. Nadie puede pensar que por su condición de religiosos son personas inmaculadas y dejar a sus hijos a su cuidado sin sospechar que pueden ser pedófilos.

La primera medida que debe tomarse es hacia los padres, orientarlos para que no se dejen embaucar por falsos religiosos y desconfíen de sus buenas intenciones con los niños. Dar entrenamiento a los chicos para que sean perspicaces -cosa difícil porque hay unos niños más inocentes que otros- especialmente aquellos tienen problemas afectivos o incapacidad cognitiva.

En este sentido, el filósofo contemporáneo Osho señalaba en una conferencia, que la forma de criar a los niños para evitar que se convirtieran de adultos en abusadores sexuales, pervertidos, era permitiéndoles familiarizarse con su cuerpo desnudo y el de los demás niños de ambos sexos, sin reparos. Afirmaba, que si se bañaran en la piscina, si vieran sus cuerpos desde pequeños hasta los 9 años, crecerían sin morbo, de esa manera se eliminarían las perversiones.

Ahora, volviendo a la pregunta que nos inquieta, podríamos señalar que una de las medidas que debe tomar el Papa -como máxima autoridad de la iglesia católica- es pedir tres cosas: -Primero, que hagan una prueba psicológica que compruebe la sanidad mental de los aspirantes a sacerdotes. Donde se evalúe si han sido abusados en la niñez para impedir que estudien esa carrera. -Segundo, que no haya seminarios que recluten niños para educarlos en la fe católica, que comiencen la carrera a partir de los 18 años o más.

-Tercero, que sean excluidos del servicio religioso y llevados a un aislamiento a los que se les haya comprobado este delito, porque un pedófilo no se sana. Esta medida chocaría con leyes de algunos países, sin embargo, si se dejan en libertad, volverá sucumbir a la tentación de la carne. Ahora, si salen en libertad deben ser considerados depredadores sexuales y sus nombres deben aparecer en listas de Internet, para que los padres y los mismos niños tengan prevención de ellos.

La edad para que comiencen los estudios religiosos es un punto clave. En este sentido, conocí a un cura quien dice que casi nació en un seminario, porque sus padres lo llevaron allí para estudiar desde los once años, hay otros que han comenzado más temprano. Esta, es una edad muy tierna para descubrir una vocación con tanto sacrificio personal como la de sacerdote. La edad correcta para estudiar esa carrera debe ser en la adultez, cuando el candidato es algo maduro para decidir qué quiere hacer en la vida. A los 30 años comenzó Jesús a predicar, podría ser esa la edad adecuada. Además, deben darle un periodo de prueba para que determinen si podrían vivir una vida de castidad y celibato.

Tuve un compañero de trabajo quien fue entregado por sus padres en un seminario cuando era un niño y vivió tantos abusos que presentaba en edad adulta incapacidad para tener una erección. Eso, le impedía atender sexualmente a una pareja. No superó los traumas que le causaron sus profesores pedófilos en el seminario.

Así como él hay tantas personas traumadas, que llevan vidas infelices a causa de adultos que no podían reprimir sus instintos porque no se habían graduado de humanos. Hay una larga cadena de personas que sufren las consecuencias de este mal social, que llevan la carga del delito que otros cometieron contra él, cuando no podía defenderse. Ellos, reflejan con adicciones de diferente naturaleza cuánto sufren para tapar esos recuerdos que los persiguen sin cesar.

Muchos, se centran en el que el problema de los pedófilos radica en el celibato y que si pudieran casarse, no cometerían estos actos contra menores, sin embargo considero, que ese no debería ser el centro del debate, hay hombres casados, con hijos que llevan una doble vida y son violadores, acosadores de niños. Ahora, es cierto que el matrimonio debería contemplarse en todas las iglesias, porque Dios creó al hombre en parejas, ahora, éste sería tema para otro debate.

El problema también radica en que muchos de los candidatos a ser sacerdotes fueron violados o abusados de niños, en los seminarios y ellos van a repetir ese patrón que tienen tatuado en su cerebro, porque una experiencia de ese tipo es muy difícil de borrar. Las huellas que se hacen al cuerpo de un niño quedan en su mente de manera subyacente para siempre y salen a flote cuando menos lo desea. Es más difícil superar un abuso infantil que cualquier otro evento.

Por lo tanto, todo infante abusado debe tener apoyo psicológico, mucho trabajo interno para superar esos traumas y no sucumbir a sus instintos que le piden repetir lo que vivieron, haciendo daño a otros. Sólo quien puede reprimir sus instintos y usar esa energía para ayudar a los que están en riesgo, a los que son vulnerables a sufrir abusos sexuales, podría decir que esa experiencia le ayudó en su crecimiento. Un hombre que fue abusado cuando niño pasa una prueba de fuego al tener un menor frente a él y no hacerle daño.

Por todo lo antes expuesto, el Papa debe intervenir en el asunto de manera más contundente y no sólo en la fase de la denuncia del hecho porque ya es demasiado tarde, debe prevenir impidiendo que entren a los seminarios muchachos que han sido abusados en su niñez o adolescencia. El conocimiento sobre las leyes de Dios y de los hombres no es un muro de contención para evitar la pedofilia, quien ha sido víctima de este mal lleva dentro un demonio que es superior a sus fuerzas, por lo tanto, ni la lectura de la Biblia y cien textos teológicos obrarán el milagro de la sanación psicológica, es menester trabajar internamente con las herramientas que dan las ciencias de la conducta para lograrlo. Aunque lo que es imposible para el hombre para Dios es posible, en este caso, la oscuridad se apodera de la mente y es necesario más que un exorcismo porque la víctima-victimario no cree que está haciendo algo incorrecto.

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