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Pero también fue el hombre de los planes industriales ambiciosos, "no para débiles de corazón", presentados con el trasfondo musical del jazzista afroamericano Bobby McFerrin. Pasarán a la historia el encendido enfrentamiento sindical en las fábricas, el cambio en las relaciones industriales con la salida de Fiat de la Confederación General de la Industria Italiana (Confindustria) y la alianza con Chrysler bendecida por la Casa Blanca.
Nacido en Chieti el 17 de junio de hace 66 años, Marchionne era hijo de un mariscal de los Carabineros y con esa fuerza mantuvo siempre un fuerte vínculo al punto que, casi como una señal del destino, la última imagen pública es la entrega de un Jeep Wrangler a su Comando General en Roma. A los 14 años se mudó con su familia a Canadá, donde obtuvo tres títulos universitarios: en Filosofía, Economía y Jurisprudencia. Inició su actividad de manager en Suiza y en 2002 asumió las riendas de Sgs, el coloso que opera en los servicios de certificación.
Al año siguiente entró en el consejo de administración de la Fiat, impulsado por Umberto Agnelli y en 2004, después de la muerte de éste, se convierte en administrador delegado en lugar de Giuseppe Morchio, al lado de Luca di Montezemolo y de John Elkann.
Marchionne fue un gran negociador y en Turín lo demostró rápidamente rediscutiendo con los bancos un préstamo de 3.000 millones de euros y el acuerdo con General Motors. Pero también fue un duro. En el frente sindical llevó adelante la batalla contra la rigidez del contrato nacional y se enfrentó con la Federación de Empleados Metalúrgicos (Fiom) en las fábricas y en los tribunales, sobre el nudo de la gobernabilidad sindical.
Pidió flexibilidad como condición para invertir en Pomigliano y en Mirafiori, con la amenaza de lanzar un "Plan B" que quería decir simplemente llevar a otro lado las inversiones, hasta la victoria del "sí" en el referéndum y la división jamás zanjada entre los sindicatos. Además abrió otro fuente con la Confindustria y a comienzos de 2012 salió de esa asociación industrial. Fue una decisión difícil porque al inicio del '900 Fiat fue uno de sus fundadores Fueron 14 años marcados por el lanzamiento de nuevos modelos, con el cambio del automóvil de masas al segmento premium, las escisiones de Fiat, Ferrari y Cnh y el iniciado por Magneti Marelli, el relanzamiento de Alfa Romeo y el récord de Jeep, así co e se ubicó en el centro de las relaciones políticas mundiales, pero sin ser parte de ese mundo ("es una broma? Soy un trabajador del metal", dijo): era amado por Barack Obama, pero también fue "el favorito" del presidente Donald Trump, y estuvo listo para lidiar con la canciller Angela Merkel cuando trató la compra de Opel.
Cortejado en Italia por Silvio Berlusconi, quien le ofreció la candidatura de la centroderecha, luego alternó con Mario Monti y Matteo Renzi. Fiat, luego FCA y desde 2014 también Ferrari donde lo llevó la gran pasión por el Cavallino y donde debía permanecer hasta 2021: presente en los Grandes Premios de Fórmula 1, él mismo a bordo de los autos rojos, en septiembre presentaría el nuevo plan industrial. No hizo a tiempo, pero el futuro lo remontaba con el anuncio del primer SUV y un superdeportivo eléctrico.
Gran fumador hasta hace unos meses, Marchionne, un amante del jazz y la ópera, pero también de cantautores como De André, fue un hombre con una mirada casual. Nunca le gustó el estilo formal ni los códigos de vestimenta estrictos, ni siquiera para encuentros oficiales, como la visita de Angela Merkel a Maranello. Su prenda favorita era el abrigo negro de cuello redondo, comprado en serie en Internet. Sin mundanidad, prefería un libro o una buena cena y una vida más normal con su compañera Manuela que se mantuvo hasta el final junto a él.
Marchionne dejará un guión o instrucciones? "No hay guiones, FCA es una colección de culturas y gerentes nacidos de la adversidad", fueron sus últimas palabras en la localidad de Balocco, norte de Italia. (ANSA).
