Y es que en esa sociedad hay quienes piensan que la cura para la homosexualidad es “probar un buen varón”.
Una realidad que sufrió la sufrió una mujer lesbiana. Cuenta que cuando estaba sola en la habitación de su casa llegó un amigo de la familia. Alguien “a quien tratábamos como si fuera un pariente y (al que) le tenía confianza”, explica. La puerta estaba abierta, así que entró y la forzó. “Quería “curarme” a la fuerza. Lo entendía así, pues me decía que no estaba bien “ser como eres” y que “una mujer que llora por otra, no es correcto”.
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