Los prejuicios de sus compañeros de escuela, que lo humillaban hasta las lágrimas, y los insultos homófobos que lo llevaron a considerar su retiro, marcaron la carrera del atleta británico Dominick Cunningham.
El campeón europeo de gimnasia artística en la categoría suelo en Glasgow este año, en el que también logró el oro en los Juegos de la Mancomunidad en Australia, recuerda hoy aquellos comienzos difíciles en esa disciplina. "Me decían homosexual, bebito y bailarina", comenta el joven de 23 años que hoy es comparado con "Billy Elliott", personaje de la película homónima dirigida por Stephen Daldry e inspirada en la vida del bailarín Philip Mosley. El actor Jamie Bell encarnó aquel personaje, un niño de 12 años que descubre sus condiciones para la danza mientras practicaba boxeo en medio de una famosa huelga de mineros, la profesión de su padre y de su hermano. Cuando en 1984 se estrenó aquella película, que denunciaba los prejuicios de la sociedad británica, Cunningham ni siquiera había nacido, pero los tiempos no cambiaron tanto, al menos en ese sentido, según se desprende de su propia confesión. La pasión de Cunningham por la gimnasia artística, una disciplina asociada por lo general con lo femenino, lo convirtió en víctima de "bulling" en su niñez, pero él siguió adelante en pos de su sueño. Mientras participa del Mundial en Doha, el campeón mundial recuerda: "Tenía unos nueve o diez años y no quería volver a la escula porque los otros niños me insultaban por el deporte que practicaba". "Me sentía humillado y siempre volvía a casa llorando. Cuando se lo conté a mis padres, me dijeron que debía ser fuerte", confiesa Cunningham, que optó entonces por practicar gimnasia artítistica y desechó el fútbol y el hockey sobre hielo. Su perseverancia lo llevó a conquistar el oro tanto en los Juegos de la Mancomunidad como en el Campeonato Europeo, un epílogo feliz para un recorrido plagado de obstáculos y soledad gratuitos. "En esas épocas, la gente no conocía la gimnasia porque no la transmitían por televisión. Los insultos que yo recibía eran la estúpida consecuencia de una percepción y una premisa equivocadas y es que la gimnasia era cosa de mujeres", agrega. "Muchas veces pensé en renunciar porque todo tiene un límite", completa Cunningham, según el cual el apoyo de sus padre resultó clave no sólo desde lo emocional, sino también desde lo económico. El motivo de aquellas burlas trajo aparejado también un desarrollo importante de la masa muscular y consigo el fin de las burlas que muchos, ahora, ya no se atrevían a hacerle por temor a recibir una paliza. "Hoy puedo afirmar que me siento muy feliz de lo que me ha dado la gimnasia, que me formó también como persona", asegura el atleta que colaboró también para que esta disciplina comience a percibirse con otra mirada. "La idea en relación con nuestro deporte cambió mucho. Ahora, nuestro desarrollo corporal derivado del ejercicio es bastante apreciado, no como antes", explica Cunningham, que aprovecha su tiempo libre para "hacer escuela". El campeón mundial recorre justamente los colegios del Reino Unido para explicar de qué se trata su deporte y defenderlo de aquellos que suelen atacarlo ya sea por prejuicio o por ignorancia.(ANSA).