La película, que competirá por el Astor de Oro, relata la difícil vida de Judy, que se reparte entre el trabajo, los avatares económicos y el inminente desalojo de su madre, de 87 años.
Es apenas el trasfondo de cuestiones serias, históricas y persistentes, como la violencia racial por parte de la policía y los grupos que protestan contra una práctica que, a falta de freno, parece haberse convertido en política de Estado. Pero también, Minervini apunta a ese fenómeno -no es el único- hijo del libre mercado que apunta a remozar espacios urbanos en serio declive para transformarlos en reductos de moda donde, claro está, el precio de un apartamento trepará más allá de las nubes: la gentrificación. Eso sucede en Estados Unidos con los barrios tradicionalmente habitados por afro-americanos, quienes sufren una nueva forma de desplazamiento.
El realizador italiano, con su mirada de outsider, invita a reflexionar sobre las políticas de discriminación en Estados Unidos, que se intensifican cada vez más con el aval del presidente Donald Trump. Por otra parte, el apartado Estados Alterados, incluye "Cittá Giardino" (Ciudad Jardín), de Marco Piccarreda. El título del filme es el de un centro para inmigrantes menores de edad, ubicado en Sicilia, que está a punto de cerrar.
Mientras transcurre la espera de lo que vendrá, la incertidumbre se palpa en el devenir cansino y monótono de cada día. Solo seis adolescentes africanos permanecen en ese sitio.
Escaparon de la guerra y de la pobreza, por lo tanto, esa quietud, aunque incierta, es para ellos un verdadero refugio.
Este año, la Península tiene escasa participación en la grilla del festival marplatense. Sin embargo, estas dos películas bastan para plantear un serio debate sobre realidades insoslayables y urgentes.
No solo porque en Estados Unidos los casos de asesinatos de afro-americanos -sin antecedentes criminales- por parte de la policía se diluyen en las turbias aguas de los ideales absolutorios de la supremacía blanca.
También, y especialmente, porque tanto en ese país como en Italia, ser inmigrante -y de piel oscura- adquiere, cada vez más, el estatus de delito. (ANSA).