En la década de los 70 y los 80, la democracia venezolana recibió a miles de perseguidos políticos venidos de Argentina, Paraguay, Uruguay y Chile, quienes salieron huyendo de las dictaduras militares que pisoteaban esos países. Eran social cristianos, social demócratas, socialistas, radicales, liberales y comunistas, pero los venezolanos nunca preguntamos a cual partido pertenecían, eran perseguidos políticos, y había que protegerlos. Hoy cuando muchos de ellos ejercen cargos importantes en sus países, le han dado la espalda a la democracia venezolana. Ejercen solidaridad automática comunista o el régimen les puso bozal de arepas.
En los últimos tiempos de revolución bolivariana hemos visto como cantidades de negocios de todas las características, que antes eran propiedad de portugueses, italianos y españoles, han sido comprados por chinos, y la mayoría de los venezolanos han visto como normal esta situación, y poco a poco han ido aceptando al chino como su proveedor de alimentos y de otros enseres que antes recibía de los europeos residentes en nuestro país, o de sus hijos como herederos y como venezolanos que nacieron en nuestro país. Nunca ha existido en los venezolanos esa cultura de xenofobia. Tampoco existe en Venezuela la xenofobia religiosa. En nuestro país conviven todas, sin ese odio a muerte que vemos diariamente en otros países. Los gobiernos anteriores a la democracia, ni los democráticos surgidos desde 1958, ni los mucho menos los venezolanos como tal, nunca hemos practicado la xenofobia. En Venezuela es común ver una mezquita donde asisten los judíos a rezarle a su Dios, muy cerca de una iglesia donde van a lo mismo los católicos, u otras donde van los llamados cristianos o evangélicos. Para los venezolanos palabra xenofobia no existe como práctica.
A los colombianos, a quien mas nos parecemos, con quienes compartimos, no solo una frontera muy activa y valores muy comunes, nos duele mucho como familias enteras con décadas de residencia fueron echadas de nuestro país, donde para la Guardia Nacional Venezolana por instrucciones de arriba, el único delito que aplicaba era la de ser colombiano, tal como hizo el tirano Adolfo Hitler en su época de dictador de Alemania para mandar a millones de personas al trabajo de esclavos, y cuando ya no podían dar mas, los enviaba a los hornos a quemarlos vivos, solo por ser judío.
Esa práctica xenofóbica aplicada contra nuestros hermanos colombianos, no es de venezolanos. Parece más bien caribeña llegada de Cuba, donde los tiranos hermanos Castro, durante 56 años han pisoteado a los habitantes de esa isla, pasándose por el forro todos los articulados universales sobre los Derechos Humanos. Para estos tiranos no existe la Carta de la ONU ni la de la OEA. Lo que si existe es una pandilla de delincuentes que llegaron al poder en algunos países de la región disfrazados de demócratas, tal como lo hizo el zorro para comerse a caperucita, que lo apoyan, lo idolatran y hasta le besan la botas.
Gerónimo Figueroa Figuera CNP: 569
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