Madonna, la "reina del pop", abre su horizonte musical y reivindica su libertad en "Madame X", su álbum número 14 que saldrá el próximo 14 de junio.
La contaminación del reggaeton y urban del simple "Medellín" con Maluma, que en abril anticipó el arribo del nuevo álbum, son solamente parte del eclecticismo, con estampa latina, grabado en sus nuevas 13 canciones (15 en la edición deluxe) gracias a productores como Mirwais, ya a su lado desde los tiempos de "Music" y 'Don't Tell Me', y también Mike Dean y Diplo. Influido por el fado portugués, el funk carioca de Brasil y el batuque de Cabo Verde se amontonan en un trabajo que toma inspiración en la nueva vida en Lisboa de Madonna, donde se trasladó en 2017 para permitir a su hijo David perseguir su sueño futbolístico en los juveniles del Benfica.
La experiencia de las "jam session" de las amas de casa, que habría alimentado su deseo de volver a la música, se advierte en canciones como "Batuka" donde la presencia de un coro caboverdiano reclama el original significado del género, nacido en el seno de la trata de esclavos y considerado una música rebelde por los colonialistas portugueses.
El trasfondo social, del resto, es bien claro en diferentes partes del disco: en particular en la canción conclusiva, "I Rise", introducida por la voz de Emma González, sobreviviente de la tragedia del liceo de Parkland, en Florida.
Pero se nota además en los versos portugueses "o mundo é selvagem o caminho é solitário" de la oscura "Killers Who Are Partying", donde simbólicamente Madonna se identifica en los últimos y en los rechazados, profesando en primer lugar la gran confusión del mundo contemporáneo.
Allí donde no gobiernan las ganas de bailar (como en la reinterpretación del hit brasileño "Faz Gostoso" con Anitta), los tonos son, a menudo, oscuros: como en "Dark Ballet", una rapsodia de géneros y estilos que van del pop al Cascanueces de Chaikovski; o en "God Control", donde coros como en "Like A Prayer" se alternan con un arreglo disco music tomado de los años '70.
En esta última canción, cantada en Auto-Tune por Madonna, constante en todo el álbum, viene casi susurrado como con los labios cerrados, casi como la imagen de la tapa donde la artista es retratada con la boca cocida.
Empero, Madonna no pretende callar, por el contrario, tiene deseos de hablar y cantar, de aludir a las misiones humanitarias y a los viajes de un "Extreme Occident" condenado a buscarse a sí mismo en todas partes, a perderse en las imágenes parisinas de un amor en "Crazy", o divertirse con las alusiones sexuales de Maluma en "Bitch I'm Loca"; y finalmente mirar hacia atrás llegando casi a auto citar su "Vogue" en el beat dance años '90 de "I Don't Search I Find". Pero como declaró el presentar el video de "Medellín", Madonna no mira hacia atrás por banal nostalgia renombrándose "Madame X", apodo endosado cuando tenía 19 años por su profesora de danza.
Y si aquel nombre -explicó Madonna- definía su necesidad de cambiar continuamente de máscara, el mismo espíritu se advierte en su nuevo disco: ecléctico, independiente, libre al punto de sorprender y desorientar, como la "reina del pop" pretende continuar haciéndolo tras 35 años de carrera. (ANSA).