En el segundo lugar se ubicó Benedetto Cibrario, con "Il rumore del mondo" (Mondadori), 127 votos, y en el tercero Missiroli Marco Missiroli con "Fedeltà" (Einaudi), 91 votos. En cuarto lugar Claudia Durastanti con "La straniera" (La nave di Teseo), 63 votos, y en el quinto Nadia Terranova con "Addio fantasmi" (Einaudi), 47 votos. Presidió el jurado Helena Janeczek, ganadora de la última edición del Premio Strega. (ANSA).
Es como una bestia: siente el tiempo que se avecina. El lo huele Y lo que huele es una Italia agotada, cansada de la casta política, agonizante de la democracia, inepta y cómplice moderada. Luego se pone a la cabeza de los irregulares, de los criminales, de los incendiarios y también de los "puros", los más necios y los más feroces. Por otra parte, en un informe de Seguridad Pública de 1919 se describe como "constitución inteligente, fuerte, aunque sí como una historia sifilítica, sensual, emocional, atrevida, fácil de simpatizar y antipática, muy ambiciosa, al sentimental". Él es Benito Mussolini, un ex líder socialista derrocado por el partido, un agitador político incansable, director de un pequeño periódico opositor. Sería un personaje novedoso si no fuera el hombre el que más sangrara el cuerpo de Italia. El ensayo ha diseccionado todos los aspectos de su vida. Pero nadie había tratado la parábola de Mussolini y el fascismo como si fuera una novela. Una novela, y este es el punto crucial, en el que nada se inventa. Entre 1919 y 1925 no se inventa nada del drama en el que se realiza aquí el primer acto fatal: nada de lo que Mussolini dice o piensa, nada de los protagonistas: D'Annunzio, Margherita Sarfatti, una asombrosa Matteotti por valor como por las obsesiones que lo devoran, o la plétora de squadristi, Arditi, socialistas, anarquistas que parecen haber nacido de un guionista en un estado de sobreexcitación creativa. El resultado es una impresionante novela documental, no solo por la cantidad infinita de fuentes a las que recurre el autor, sino sobre todo por el efecto que produce. Hechos de los cuales creíamos que sabíamos todo, una vez iluminados por el talento del novelista, producen una historia que suena sin precedentes y una obra sin precedentes en la literatura italiana. Al decir que el fascismo es una novela, por primera vez desde dentro y sin ningún filtro político o ideológico, Scurati revela una realidad que ha sido eliminada durante décadas y, de hecho, ha reconstruido nuestro antifascismo.