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"Nos enseñaste a respetar a los adversarios y, por sobre todas las cosas, a no rendirnos nunca", afirmó su hija Norma en un emotivo mensaje con el que se cerró hoy el multitudinario funeral de su padre.
"Ahora todo parece perdido, pero tú nos enseñaste que en la vida hay que luchar todos los días por lo que crees aún cuando muchos te den por perdido", completó la hija del tres veces vencedor del Giro de Italia (1967, 1969 y 1976).
Gimondi, que en su prolífica carrera profesional conquistó también un Tour de Francia (1965) y una Vuelta a España (1968), falleció el viernes mientras se encontraba veraneando en familia en las playas de Recanati, noroeste de Sicilia.
"Falleció en mis brazos", decía Domenico Fichera, amigo y médico personal de Gimondi con el que compartía las vacaciones y quien le practicó las maniobras de reanimación antes de que llegase la asistencia al lugar de los hechos. "Fue en vano. No había nada que hacer", comentó también el doctor tras expresar su dolor por la muerte del ex ciclista que, recordó, "adoraba el mar" y estaba nadando justamente cuando lo sorprendió la muerte.
"Hoy más que nunca te necesitamos junto a nosotros. Fuiste un hombre de pocas palabras que hablaba a través de sus actos y a quien amamos inmensamente", completó su hija en su discurso de despedida.
La misa se realizó en la iglesia parroquial de Paladina, ubicada a las puertas de Bergamo donde el campeón, nativo de la vecina Sedrina, vivía desde hacía años.
Entre la multitud que se acercó a darle el último adiós habían personas comunes, algunas montadas sobre una bicicleta, y muchas con casacas similares a las que supo lucir Gimondi en sus tiempos de gloria.
Infaltables sus colegas Francesco Moser y Beppe Saronni, junto con Paolo Salvoldelli, Moreno Argentin, Giambattista Baronchelli y hasta Tonina, la madre del fallecido ex campeón de ciclismo Marco Pantani.
Entre los aplausos de la multitud, trasladaron el féretro desde la capilla ardiente hasta su última morada los mencionados Baronchelli, Argentin y Salvoldelli, junto a Beppe Manenti, Massimo Girotto y Osvaldo Bettoni, entre otros.
Ausente con aviso el legendario pedalista belga Eddy Mercks, su colega, amigo y adversario de toda la vida, quien se comunicó con la viuda de Gimondi, Tiziana, para disculparse porque el dolor le impidió estar en la despedida como hubiese querido.
"Debemos tener memoria. Cada uno de nosotros podría recordar uno, diez o cien episodios en los que Gimondi entró en nuestras vidas, pero lo mejor es darle las gracias por sus éxitos y por el orgullo que nos hizo sentir como italianos".
Así habló monseñor Mansueto Callioni, párroco de Almé y amigo de años de la familia Gimondi, al destacar: "No sólo estamos agradecidos por tus victorias, sino por enseñarnos a luchar, a no rendirnos y a ser dignos también en la derrota".
"Estamos aquí reunidos para rezar por Felice y por su familia, pero también por todos nosotros para pedirle al Señor que nos reconforte en este momento de enorme dolor y sufrimiento", completó en su homilía.
"El Reino de los Cielos es como una carrera de bicicletas infinita y eterna y al lado de Felice todos nos sentimos ganadores", completó el párroco ante las máximas autoridades de Bergamo encabezadas por el alcalde Giorgio Gori.
Visiblemente emocionada Tiziana, la mujer con la que Gimondi compartió los últimos 51 años de su vida y quien el sábado se despidió de él con un beso mientras le prometía: "Nos volveremos a ver pronto".
El féretro partió rumbo a su última morada en el cementerio bergamasco (fue cremado como él mismo quería) escoltado por la policía y rodeado de cientos de personas que le ofrendaron un último y cálido aplauso de despedida.(ANSA).
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Una multitud se congregó hoy para darle el último adiós a Felice Gimondi, el gran campeón del ciclismo italiano que falleció repentinamente el viernes a los 76 años mientras disfrutaba de unas vacaciones.
"Nos enseñaste a respetar a los adversarios y, por sobre todas las cosas, a no rendirnos nunca", afirmó su hija Norma en un emotivo mensaje con el que se cerró hoy el multitudinario funeral de su padre.
"Ahora todo parece perdido, pero tú nos enseñaste que en la vida hay que luchar todos los días por lo que crees aún cuando muchos te den por perdido", completó la hija del tres veces vencedor del Giro de Italia (1967, 1969 y 1976).
Gimondi, que en su prolífica carrera profesional conquistó también un Tour de Francia (1965) y una Vuelta a España (1968), falleció el viernes mientras se encontraba veraneando en familia en las playas de Recanati, noroeste de Sicilia.
"Falleció en mis brazos", decía Domenico Fichera, amigo y médico personal de Gimondi con el que compartía las vacaciones y quien le practicó las maniobras de reanimación antes de que llegase la asistencia al lugar de los hechos. "Fue en vano. No había nada que hacer", comentó también el doctor tras expresar su dolor por la muerte del ex ciclista que, recordó, "adoraba el mar" y estaba nadando justamente cuando lo sorprendió la muerte.
"Hoy más que nunca te necesitamos junto a nosotros. Fuiste un hombre de pocas palabras que hablaba a través de sus actos y a quien amamos inmensamente", completó su hija en su discurso de despedida.
La misa se realizó en la iglesia parroquial de Paladina, ubicada a las puertas de Bergamo donde el campeón, nativo de la vecina Sedrina, vivía desde hacía años.
Entre la multitud que se acercó a darle el último adiós habían personas comunes, algunas montadas sobre una bicicleta, y muchas con casacas similares a las que supo lucir Gimondi en sus tiempos de gloria.
Infaltables sus colegas Francesco Moser y Beppe Saronni, junto con Paolo Salvoldelli, Moreno Argentin, Giambattista Baronchelli y hasta Tonina, la madre del fallecido ex campeón de ciclismo Marco Pantani.
Entre los aplausos de la multitud, trasladaron el féretro desde la capilla ardiente hasta su última morada los mencionados Baronchelli, Argentin y Salvoldelli, junto a Beppe Manenti, Massimo Girotto y Osvaldo Bettoni, entre otros.
Ausente con aviso el legendario pedalista belga Eddy Mercks, su colega, amigo y adversario de toda la vida, quien se comunicó con la viuda de Gimondi, Tiziana, para disculparse porque el dolor le impidió estar en la despedida como hubiese querido.
"Debemos tener memoria. Cada uno de nosotros podría recordar uno, diez o cien episodios en los que Gimondi entró en nuestras vidas, pero lo mejor es darle las gracias por sus éxitos y por el orgullo que nos hizo sentir como italianos".
Así habló monseñor Mansueto Callioni, párroco de Almé y amigo de años de la familia Gimondi, al destacar: "No sólo estamos agradecidos por tus victorias, sino por enseñarnos a luchar, a no rendirnos y a ser dignos también en la derrota".
"Estamos aquí reunidos para rezar por Felice y por su familia, pero también por todos nosotros para pedirle al Señor que nos reconforte en este momento de enorme dolor y sufrimiento", completó en su homilía.
"El Reino de los Cielos es como una carrera de bicicletas infinita y eterna y al lado de Felice todos nos sentimos ganadores", completó el párroco ante las máximas autoridades de Bergamo encabezadas por el alcalde Giorgio Gori.
Visiblemente emocionada Tiziana, la mujer con la que Gimondi compartió los últimos 51 años de su vida y quien el sábado se despidió de él con un beso mientras le prometía: "Nos volveremos a ver pronto".
El féretro partió rumbo a su última morada en el cementerio bergamasco (fue cremado como él mismo quería) escoltado por la policía y rodeado de cientos de personas que le ofrendaron un último y cálido aplauso de despedida.(ANSA).
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