En los años cincuenta cuando la población que vivía en las grutas excavadas en la montaña fue obligada a abandonarlas para trasladarse a barrios modernos, nadie pensaba que esas grutas, los “Sassi”, se habrían convertido en el símbolo de la ciudad que renace.
En el 1993 la Unesco ha añadido los “Sassi” de Matera a la lista del Patrimonio Mundial de al Humanidad, como completo y milenario sistema de vida que se debe preservar para la posteridad. De hecho, se le ha reconocido como "modelo de vida en equilibrio con el ambiente, integrándose en el mismo y aprovechando sus recursos sin alterarlo".
Un pueblo nacido entre las piedras
Los geólogos las llaman “calcarenitos”, la gente del pueblo la llama “tufo”: es la roca que rodea Matera y que los maestros artesanos de esta tierra han aprendido a trabajar desde tiempos antiquísimos. El material maleable y adaptable abunda en la montaña que domina la ciudad, de modo que a la gente de Matera le pareció oportuno y normal ir allí y excavar en la roca sus casas. El material que se extraía se trabajaba para usarlo en la fachada de las casas.
A la prima casa así hecha se añadieron otras y otras más hasta convertirse en una red de construcciones y galerías una sobre otra, una dentro de otra, transformándose en esa mágica “Sassi”, una gigantesca escultura, un milagro de la urbanística reconocido patrimonio de la humanidad. Desde aquel momento se han llevado a cabo intensivas actividades de restauración y de recuperación: hoy, una visita a los “Sassi” significa un auténtico viaje en el tiempo hasta el pasado de este pueblo.
Sin embargo Matera no es sólo “Sassi”. La ciudad encierra diferentes zonas relativas a distintas épocas: la más antigua está en el barrio Civita, que por sus características morfológicas puede considerarse una fortaleza natural en ella se sitúa el Duomo románico, edificado en torno al 1268-70 sobre la acrópolis, que presenta un interior rico de obras de arte, entre las que destaca una Virgen de influencia bizantina del siglo XIII llamada “della Bruna”.
La parte medieval y renacentista se encuentra a lo largo de “il Piano”, al borde de los “Sassi”; y para finalizar hay una ciudad nueva, con elegantes y modernos edificios, realizada por los más notables arquitectos italianos.
Muchas son las iglesias de Matera que se sitúan entre los siglos XIII y XIX, con un nutrido grupo de iglesias barrocas, entre las que destaca la de San Giovanni, San Domenico y el Duomo, las más antiguas.
El parque de la Murgia
Matera representa, de algún modo, el símbolo de la civilización rural que consigue mantener vivas las propias tradiciones. La expresión más elevada de arte rupestre desarrollado en el territorio de Matera se encuentra en las tantas iglesias excavadas en el “tufo”, muy a menudo decoradas con frescos, diseminadas en el alto plano o englobadas en el tejido urbanístico de los “Sassi” de Matera.
Fuente Italia.it
Información útil
Es interesante saber que...
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Gastronomía y vinos
La gastronomía es muy variada: son famosos los panes y la pasta hechos con el famoso Grano Duro de Matera. El pan se suele usar en la preparación de platos como la “cialleda calda” hecho con huevo, laurel, ajo, y aceitunas sobre el pan cocido y la “cialledda fredda” con el pan humedecido y acompañado de tomates y ajo.
No falta el buen vino que se ha ganado la denominación Doc Matera, producido en varios municipios materanos, con uvas Aglianico, Sangiovese, Primitivo, Greco y Malvasía di Basilicata. -
Artesanía
Todavía hoy en día los artesanos, herederos de antiguos secretos, crean pequeñas y únicas obras de arte en madera,tufo, cartón yarcilla. Carpinteros y grabadores confeccionan muebles y objetos típicos de la civilización campesina como arcas, cunas, cucharones. Los ceramistas realizan jarras, tazas y un silbato típico llamado “cucú”, en terracota policromada.
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Eventos
Fiesta de la Virgen de la Bruna
El turista no debe perderse esta antiquísima fiesta que se celebra el 2 de julio, ininterrumpidamente desde el 1380, cuando el Papa Urbano VI, arzobispo de Matera, decretó el evento. La fiesta inicia con la procesión “de los pastores” que acompaña al cuadro de la Vírgen por las calles principales de la ciudad. Después de la celebración de la Santa Misa en la Catedral, la estatua del Setecientos de la Vírgen de la Bruna, se alza sobre un carro, cada año realizado por un artista local, y escoltado por caballeros vestidos de época. El carro será posteriormente asaltado y destruido en cuestión de minutos por una muchedumbre que intentará en todos los modos posibles de hacerse con un pedazo que hará las funciones de amuleto para el poseedor durante todo el año. La fiesta se concluye con fuegos artificiales que iluminan los “Sassi” y las grutas de la Murgia.
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