En su homilía durante una solemne misa campal en la plaza, el momento más importante de su visita de tres días a Cuba, el papa argentino no abordó directamente la situación política en la isla ni las relaciones con Estados Unidos.
“El servicio siempre mira el rostro del hermano, toca su carne, siente su proximidad y hasta en algunos casos la ‘padece’ y busca su promoción”, expresó el papa.
Sin embargo, alertó que “hay un ‘servicio’ que sirve; pero debemos cuidarnos del otro servicio, de la tentación del ‘servicio’ que ‘se’ sirve. Hay una forma de ejercer el servicio que tiene como interés el beneficiar a los ‘míos’, en nombre de lo ‘nuestro’”.
El pontífice advirtió contra la ambición personal y el individualismo en una época de transición económica y política: “el cristiano es invitado siempre a dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta a los más frágiles”.
A través de las tareas a asumir como “ciudadanos”, “servir significa, en gran parte, cuidar la fragilidad. Cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo”, dijo.
“Ser cristiano entraña servir la dignidad de sus hermanos, luchar por la dignidad de sus hermanos y vivir para la dignidad de sus hermanos”, añadió, repitiendo tres veces la palabra “dignidad”.
Jorge Bergoglio rindió además un homenaje a “un pueblo que tiene gusto por la fiesta, por la amistad, por las cosas bellas”.
“Es un pueblo que tiene heridas, como todo pueblo, pero que sabe estar con los brazos abiertos, que marcha con esperanza, porque su vocación es de grandeza”, expresó Francisco ante la multitud, que lo escuchaba con devoción. (AFP)