Así lo demostraron hoy, en la 35 cumbre intergubernamental celebrada en Nápoles, entre el premier italiano, Giuseppe Conte, y el presidente francés, Emmanuel Macron.
En dicha cumbre, también aprovecharon la ocasión para hacer un frente común contra los alarmismos y populismos que quieren blindar a Italia.
"Las fronteras siguen abiertas", fue el mensaje de ambos líderes.
Para Conte sería "un daño económico irreversible", mientras Macron ironizó sobre el pedido de cierre efectuado por la dirigente ultraderechista Marine Le Pen.
"Parece que el virus no se detiene en las fronteras, es una emergencia que afecta a todos" y que merece una respuesta europea, comenzando con una mayor flexibilidad.
Para detener el virus, Conte y Macron tienen en mente comenzar con "compartir información relacionada con los viajeros que regresan o aquellos que viajan a zonas de riesgo y compartir el conocimiento científico y la información sobre las medidas de contraste adoptadas", como se indica en la declaración final de la cumbre.
La apelación, sin embargo, también es volver a la normalidad, evitando "cerrar eventos públicos significativos a priori" y decidir caso por caso.
De hecho, serán ya demasiados los daños económicos y riesgos para el crecimiento europeo provocados por el virus y por el temor que ha llevado a cancelar espectáculos, reservas y poner al turismo de rodillas. El ministro Darío Franceschini, quien dirigió las delegaciones ministeriales al Museo Arqueológico Nacional de Nápoles (MANN) en Nápoles, anunció "medidas inmediatas" para el turismo, "el sector más afectado", mientras a nivel europeo se está evaluando también una reunión extraordinaria de Ecofin.
Y también es por esta razón que Conte y Macron se concedieron, antes del inicio oficial de la cumbre en el Palazzo Reale, una visita cultural al Teatro San Ferdinando, donde Eduardo De Filippo, un autor muy estimado por el presidente francés, pisó el escenario. Luego, hubo una caminata en el centro de la ciudad, entre en el antiguo café Scaturchio, entre selfies y apretones de manos.
"La vida continúa, volvamos a la normalidad", quisieron dejar en claro ambos líderes, con gestos y sonrisas.
Desde la "cumbre de relanzamiento", como la llamó Macron, que "representa un salto cualitativo", dijo por su lado Conte, el proyecto del Tratado del Quirinal para reforzar la cooperación en varios campos comenzó nuevamente, sobre el modelo de lo que París ya tiene con Berlín desde 1963.
En cuanto al asunto de Libia, donde las tensiones entre Roma y París habían surgido en el pasado, Conte y Macron tienen la intención de continuar el proceso de Berlín, apoyando a la misión naval europea por el respeto del embargo de armas. En la jornada de hoy, también se firmaron tres acuerdos en los sectores de defensa (Naval Group y Fincantieri), económico (Cassa Depositi e presiti y el BPI France) y cultura (universidades).
La cumbre terminó con una cena ofrecida por el presidente Sergio Mattarella, el arquitecto de la paz hace un año entre Italia y Francia. "Gracias a su trabajo y al de Conte -reconoció Macron- hoy encontramos un camino común". (ANSA).