Los italianos enfrentaron el enemigo llamado coronavirus estrechando filas, tanto en familia -donde prevaleció un clima "sereno"- como frente a las instituciones, considerando "útiles" y "claras" las instrucciones recibidas del gobierno.
En pleno lockdown, más del 70% de los ciudadanos no salió de su casa, casi el 90% usó máscara, lavándose las manos en promedio 12 veces por día y frotándolas cinco veces con gel desinfectante.
Los datos que cuentan cómo cambió la vida cotidiana durante la Fase 1 surgen del instituto de estadística italiano, el ISTAT.
Frente a la epidemia, surgió un mecanismo de defensa distinguido por la unidad y el respeto a las reglas. "Alta confianza" hacia los médicos y la Protección Civil, respectivamente con un 9 y un 8,7 de puntaje: aunque nada de esto anuló la lucidez de las personas, que ostentaron optimismo, pero cauto.
La solución se encuentra pero hace falta tiempo, es el pensamiento común. El ISTAT sondeó percepciones y comportamientos durante las semanas centrales de abril, cuando las limitaciones eran fuertes y la curva de contagios marcaba las cifras más altas.
Un panorama muy distinto a la situación actual, cuando gimnasios y piscinas abren de nuevo, aunque bajo condiciones precisas.
Es interesante notar cómo también las divisiones entre norte y sur son más bien reducidas. Las conductas de la población, de Lombardía a Sicilia, hablan de una gran "zona protegida", como fue declarada Italia por el premier Giuseppe Conte el 9 de marzo.
Pese a la amenaza del Covid-19 y las restricciones durante el "lockdown" en familia, generalmente la gente se mantuvo en familia y se respiró un aire "tranquilo", con el predominio de un espíritu de "cohesión".
Para describir la atmósfera doméstica, tres ciudadanos de cada cuatro usaron palabras de significado positivo, informó el ISTAT. Al término "tenso" solo recurrieron el 0,7% de los entrevistados. Resultados que pueden parecer a primera vista paradójicos, pero basta pensar en la tranquilidad que padres y madres tuvieron que dar a sus hijos, obligados a seguir las clases online, a no ver a sus compañeros.
Además, mantener a los niños siempre en casa podría haber inducido a los padres a dejar de lado las preocupaciones por la salud y el trabajo.
La ansiedad, sin embargo, aparece en el lavado de manos, en promedio 11,6 veces al día, que en una buena parte -un sexto de la población mayor- fueron 20 veces diarias.
También el entorno fue objeto de particular atención, con limpiezas dobles en el término de 24 horas. Lo fundamental de la mascarilla lo demostró el hecho de que el 89,1% se la calzó en el rostro. Y en la gran parte de los casos quien no lo hizo refirió que no tuvo la necesidad, por haber quedado blindado en su casa.
De los 5,5 millones de italianos que quedaron sin mascarilla, sea quirúrgica o una FFP3, hay de todos modos una parte -unos 1,7 millones- que incluso buscándola no la encontró.
Según el ISTAT, esto habría ocurrido con mayor frecuencia en el sur del país, señal de una mayor disponibilidad en las zonas más afectadas.
Quien posee al menos una la compró en la farmacia, o la recibió de sus pariente, pero también un 12% la hizo por sí mismo.
La norma más fielmente observada en el metro es la distancia, que más del 90% dice haber respetado, incluso en el supermercado.
Las salidas se redujeron al mínimo indispensable, sobre todo en el sur, donde la ocupación es más baja. Incluso si entre las motivaciones no es el trabajo sino hacer las compras domésticas.
Y el tercer motivo para encontrarse en la calle fue, en cambio, el paseo con el perro, que precede a las compras en la farmacia y la compra del diario en el kiosco de revistas. (ANSA).