Mirando hacia el futuro, en cambio, se refleja en numerosos proyectos para el cine, el descubrimiento de las series (con el gran éxito de "The New Pope" y su continuación) y una perspectiva personal de escritor que ya comenzó en 2010 con "Hanno tutti ragione", finalista del premio Strega.
Su última aventura en el cine fue controvertida: "Loro" salió en Italia en dos partes en 2018 luego fue montado de nuevo para una versión internacional que consiguió éxito: un testimonio inédito del mito y caída de un poderoso con los rasgos de Toni Servillo y la semblanza de Silvio Berlusconi.
Como muchos artistas, Sorrentino tiene un pasado marcado por un profundo trauma: a los 16 años perdió a sus padres por una fuga de gas. A su padre lo unió, entre muchas otras cosas, una pasión visceral por Maradona y el equipo de su ciudad. Pero curiosamente será lejos de Nápoles donde hallará su alma internacional, aunque su largo debut ("L'uomo in più", 2001) y el sucesivo "Le conseguenze dell'amore" siguen un oscuro recorrido del crimen de la camorra por un singular exilio hacia Suiza.
En el corazón del renacimiento napolitano de los años 90 el aspirante a realizador dio sus primeros pasos: en Teatri Uniti con Mario Martone, en el set de "Il verificatore" con Stefano Incerti en la dirección; en el mundo del corto (el primero fue "Un paradiso), en los sets de televisión con "La squadra".
Para una segunda obra breve, "L'amore non ha confini" (1998) halló en Nicola Giuliano el productor ideal. Con Indigo, de Giuliano y Francesca Cima, realizará todos sus proyectos y la noche del Oscar compartirá escenario con sus amigos Nicola y Toni Servillo, que además es su doble del otro lado de la cámara.
En general sus personajes están habitados por una secreta esquizofrenia los lleva al desdoblamiento de la personalidad: el tema es explícito en "L'uomo in più"(2001).
En su tercera obra abandonará sus territorios tradicionales para una suerte de "western a la italiana", "L'amico di famiglia" con Fabrizio Bentivoglio, donde se encuentran dos pasiones del realizador: por la música y el cine "noir".
En 2008 compitió con el también italiano Matteo Garrone por la Palma de Oro en Cannes, con historias idealmente cruzadas: Garrone con "Gomorra", Sorrentino con "Il Divo", un retrato de Giulio Andreotti.
Ambas películas tuvieron un éxito tan grande como inesperado, provocaron polémicas y compartieron el palmarés en Cannes: premio del Jurado para Sorrentino, Gran Premio para Garrone.
Tienen en común también a Toni Servillo, que en la caracterización del Divo tocó una de sus cimas.
Para Sorrentino la película es además el terreno de incubación de su visión de la disolución contemporánea, la misma que propondrá, con ecos explícitos de la "Dolce vita" de Fellini, en "La grande bellezza" (2013). En el medio dio espacio a su alma internacional, convenciendo a Sean Penn de asumir también él (como Servillo) una máscara grotesca para su primera película en inglés "This Must Be the Place" (2011). El éxito global de "La grande bellezza" lo convenció de seguir un personal camino felliniano con "Youth". Un año después, en 2016, se lanzaría a la aventura televisiva con "The Young Pope", presentado en la Muestra de Venecia.
Trabajador incansable, preparó otra serie siempre de ambientación vaticana ("The New Pope") y el gran fresco berlusconiano "Loro".
Esquivo, poco sociable, capaz de comprometerse con las causas en las que cree, ama profundamente a sus intérpretes: "Los grandes autores son como los buenos realizadores: observadores extraordinarios de la realidad".
En estos días además fue testigo de la Roma desierta de la pandemia con sus fotos como reportero y artista; fue protagonista de una singular performance en streaming con la Triennale de Milán; firmó como director artístico el número temático de una revista de glamour y prepara su próxima película en inglés, "Mob Girl". (ANSA).