"Profumo" en lugar de "fragranza", "chiacchierone" (charlatán) en lugar de "garrulo" (locuaz, ruidoso), "diligente" en lugar de "solerte" (solícito), "saporito" (sabroso) y no "sapido": para las nuevas generaciones, el italiano pierde complejidad de la mano de los nativos digitales y de una escritura cada vez más simplista.