“La idea era —y es— pensar la pintura como imagen, algo que implica salir del género artístico sin abandonar el discurso del arte, intentando estirar la cuerda de su propio recorrido más allá de las identidades categoriales”, según afirma Carmen Alicia Di Pasquale, curadora de la muestra.
De acuerdo a Di Pasquale, pensar la pintura como imagen, no es pensar la pintura como una imagen más sino como una imagen rectora de la cultura. “En tanto imagen, la pintura sería una construcción del sentido o el significado que no puede ser agotada por su condición de práctica artística: hace falta comprenderla dentro del carácter difuso de las categorías actuales, que hace insuficiente el enfoque histórico ysu ilusorio y ansioso afán de superación de lo anterior”.
A su juicio, hay prácticas artísticas que entienden que la pintura no es arte contemporáneo sino, a lo sumo, algo de fácil consumo para el mercado. “Ese señalamiento de la apetencia comercial de la pintura, aunque no puede ser acompañado por el registro de las ventas de esta exposición, sí puede serlo por el lugar que ha venido ocupando la pintura en las últimas ferias de arte y las grandes exposiciones de museos de referencia, y a las que estuvimos atentos en el marco de la preparación de La imagen persistente (...) Nos parecía mucho más importante discutir que la pintura nos inventó como espectadores —idea que supera el dualismo persistente de la modernidad— pero si era cierto que existía un interés comercial por ella, no lo veíamos agustinianamente como un pecado sino como una oportunidad de decir cosas que encontrarían buenas condiciones de recepción”, indica la curadora.
En tal sentido la muestra La imagen persistente. Pinturas de Rafael Arteaga - Hecdwin Carreño - Jeanne Jiménez - Paul Parrella, cuyo eje curatorial parte de la reflexión de la pintura como práctica e imagen contemporánea, reúne un conjunto de obras de cuatro artistas: Jeanne Jiménez, cuya propuesta gira en torno a la exploración de la imagen personal a través del cuerpo atomizado en detalles y de productos de belleza que se trasladan hacia atmósferas poéticas; Hecdwin Carreño, quien expresa con maestría técnica retratos hiperrealistas que requieren reconstruirse en el ojo del espectador a través de trazos matizados; Rafael Arteaga, construye dinámicas discursivas tomando extractos de memorias fotográficas que encuentra arrojadas al olvido; y Paul Parrella, quien parte de un registro fotográfico y llega a la construcción de trazos de gran fuerza expresiva que dialogan entre sí.
El cierre de esta muestra es, en palabras de Carmen Alicia Di Pasquale, “Una ocasión para decir que todo espacio que busque pensar desde las distintas prácticas visuales, pero especialmente desde la pintura, las nuevas categorías derivadas de la crisis del arte como historia, es indispensable”.
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