La premisa es: "Creo que todos somos conscientes de que nuestro sistema se caracteriza por una inestabilidad muy fuerte, que paradójicamente se agudizó en la última fase, es decir, con el final de la Primera República". Por tanto, el objetivo del primer ministro Giorgia Meloni no es solo garantizar la estabilidad, para evitar que los ejecutivos, como ocurre ahora, no puedan tener "una visión a largo plazo", sino también conseguir que "se respete la voluntad de los votantes". ". Para remediar los problemas actuales, y en base a un "mandato electoral" que recibió el centroderecha en las elecciones del pasado septiembre, el presidente del Gobierno, reunido con las fuerzas de la oposición, puso sobre la mesa tres hipótesis durante la larga jornada de reuniones en la Cámara sobre la que discutir, precisando que el Gobierno y la mayoría seguirán adelante incluso sin un acuerdo con las minorías, pero también declarándose disponibles "para cambiar el esquema" y quizás hipotetizar "nuestro modelo" ("no se dice que Italia no se imagina uno de sus modelos”, dijo al encontrarse con las 5 estrellas, las primeras en abrir cara a cara la serie).
Hay tres escenarios marco principales:
El sistema presidencial, es decir, el presidencialismo en sentido estricto con elección directa del Presidente de la República, quien es también el jefe de gobierno.
Semipresidencialismo en el modelo francés, por lo tanto, elección directa del Presidente de la República que nombra un jefe de gobierno.
La elección directa del Primer Ministro que en este caso mantiene la elección del Presidente de la República en manos del Parlamento, quien mantiene su papel de personalidad super partes y de contrapeso.
"Estas son las carreteras principales", explicó Meloni. En los matices de las hipótesis, el ex Tercer Polo se muestra partidario de la elección directa del primer ministro sobre el modelo del alcalde de Italia, por tanto con dos vueltas. Mientras que el resto de fuerzas de la oposición, desde el M5 hasta el Pd pasando por Più Europa, están dispuestas a pensar en un primer ministro al estilo alemán, es decir, sin elecciones directas pero atribuyéndole más poderes al primer ministro (desde la desconfianza constructiva hasta el poder de nombrar y destituir ministros hasta a la posibilidad de disolver las Cámaras).