Los huevos Benedict son un plato imprescindible en el desayuno de numerosas personas.
El origen de los huevos Benedict
En 1942, The New Yorker publicaba una entrevista realizada en la columna 'Talk of the Town' en la que Lemuel Benedict, el mencionado corredor de bolsa, explicaba cómo se le ocurrió el plato al que cedió su nombre. En un intento por aliviar una fuerte resaca, pidió en el hotel que se alojaba, que le sirvieran, pan tostado con bacon, huevos escalfados y salsa holandesa. ¿El resultado?, fue tan buena la combinación que dio lugar a los emblemáticos huevos Benedictinos que conocemos hoy día.
Sin embargo, esta no es la única historia sobre el origen de esta receta, pues muchos quieren atribuirse el logro. En 1967, el New York Times publicaba una carta firmada por Edward P. Montgomery. En la misma, aseguraba que él recibió esta receta de manos de su tío, un amigo de Elías Cornelio Benedicto, un importante banquero y navegante de Nueva York.
Entre las teorías más extendidas sobre la forma en la que surgieron los huevos Benedictinos, no podía faltar la aparición del Papa Benedicto XIII. De este se dice que ya durante el siglo XVIII acostumbraba a comer huevos con pan tostado y la salsa holandesa tan característica. Sea como fuere, el primer restaurante que los vendió a sus clientes fue el neoyorquino Delmonico's, que lo convirtió en su plato estrella.
Este local, el primer establecimiento de la ciudad que ofreció a sus clientes servicio durante las 24 horas del día, asegura que los huevos benedict "fueron creados dentro de nuestros hornos en 1860". La realidad es un absoluto misterio, pero actualmente continúan vendiéndolos.
Hoy os recomiendo una variante: Huevos benedictinos con salmón fresco.
Ingredientes:
- 150 g de salmón noruego fresco
- 4 piezas de pan
- 4 huevos
- Aceite de oliva virgen extra
- Yogur natural
- Mahonesa
- Lechugas variadas
- Perejil
- Vinagre
- Sal
Elaboración:
Colocar el salmón noruego loncheado en 12 lonchas finas en una bandeja, espolvorear con un poco de sal, cubrirlo con papel film y enfriar en la nevera durante más de 10 minutos.
– Para los huevos escalfados:
Hervir 2 litros de agua con 3 cucharadas de vinagre y 1 cucharadita de sal. Introducir suavemente un huevo (sin cáscara), recoger con palillos las claras alrededor de la yema. Cocinar a fuego medio de 2 a 3 minutos. Una vez cuajado, sacarlo y colocarlo en un recipiente con agua. Repetir el proceso con los demás huevos. Abrir el pan, tostarlo y añadir unas gotas de aceite de oliva.
Escurrir las láminas de salmón noruego y colocarlas sobre en pan. Disponer encima un huevo escalfado bien escurrido. Mezclar 3 cucharadas de mayonesa y de yogur natural para salsear al gusto. Decorar con perejil picado.
Servir en un plato acompañados de unas hojas de mezclum aliñadas.
Disfruta tu desayuno