Cuando yo era niño hacía mis tareas escolares, en la casa de mis padres en un pueblo del sur de Italia, frente a una ventana asomada al mar Tirreno. En la línea del horizonte, antes de la puesta del sol, se divisaban perfectamente las siluetas sutiles y elegantes de unas islas, entre las cuales Ponza y Ventotene, antiguas demoras de emperadores y patricios romanos. En una de ellas, justamente Ventotene, había transcurrido sus días de exilio en 1941 Altiero Spinelli, un intelectual antifascista, perseguido y condenado por sus ideas democráticas.