ANNO XVIII Aprile 2024.  Direttore Umberto Calabrese

Giovedì, 18 Maggio 2017 17:31

¡Qué vuelva la poesía!

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La poesía es vista como cosa de tontos, de románticos empedernidos y en el peor de los casos, como un verdadero desperdicio. No es así, es la palabra convertida en pintura, en melodía. Cuando se escribe una poesía, el alma desnuda sus sentimientos y se manifiesta la forma de ver la vida, en otras palabras: su filosofía es expresada en palabras organizadas  armónicamente, con sentido estético. El objetivo de esta expresión, es retratar la intimidad y lograr que el otro -quien lee- capte de igual manera, sus sentimientos, ideas más profundas y se conmueva al apreciar el texto. No se trata de cursilería ni nada parecido, la poesía es una forma inteligente y  artística de expresión.

En la actualidad observamos, o mejor dicho escuchamos letras de canciones tan vulgares, sosas y deprimentes que causa consternación sentir que la raza humana se esté degradando a esos niveles tan bajos. La banalización del amor para llevarlo al acto sexual vulgar, grotesco o sencillamente instintivo-animal es propio de lo que está pasando a nivel filosófico, en el pensamiento de jóvenes y adultos en muchos países del mundo. Hay una cosificación de las personas, un desdén hacia la mujer especialmente, porque en esas canciones es colocada como un juguete recreativo. Ahora, qué es lo peor que observamos, que esta humillación es aceptada por las jóvenes, ellas se muestran felices porque estos falsos cantantes las retratan como objetos sexuales.

Por otra parte, las letras de muchos “movimientos musicales” caen en estribillos pegajosos, con rimas cacofónicas acompañadas de músicas estridentes que desestabilizan porque agreden la armonía interna del ser. No podría considerar que son poesías o que llevan como objetivo la contemplación estética, la exaltación espiritual, todo lo contrario, sirven para que las personas se aten más a sus instintos, para que sean más mundanos y materialistas.

En este momento estamos más amarrados a la oscuridad: lo sexual, transitorio que al crecimiento espiritual. Estos ritmos y letras no hacen más que reflejar lo que vive el mundo: el apego por lo transitorio, el placer de los sentidos, la satisfacción de los deseos por encima de lo ético.

La música urbana como se llama también, es un canal de comunicación errado que hará mucho daño a esta generación y a otras, porque lleva mensajes muy negativos. Alguien podría decir que nadie se corrompe por escuchar y bailar un determinado tipo de género musical, sin embargo, toda palabra impacta, hace mella en el pensamiento, en la mente del sujeto. Estamos expuestos día y noche a ellas. Las emisoras de radio, las televisoras colocan videos, suenan esas letras con insistencia para que calen, entren, se vendan los discos, las entradas a los conciertos de los “artistas”. En otras palabras, para comercializar dicha “música” y sacar partido de esa venta.

La sociedad está promoviendo con hilos invisibles el consumo de esos productos, totalmente nefastos para la salud física y mental. Vemos como niñas de menos de ocho años se contornean como cabareteras al ritmo de estas canciones a la vista de sus padres, quienes las aúpan como si se tratara de una proeza, sin pararse a determinar cuánto daño se le causan a la sexualidad de la niña. Este tipo de “movimientos” las califican como objetos a la vista de los varones.

No se trata de puritanismo ni nada parecido, sino de razonamiento lógico, debemos ir hacia la espiritualidad, no hacia lo material porque nos perdemos en el deseo primitivo, instintivo, en los sentidos y comprometemos lo que es más valioso: nuestra alma. Fuimos creados para aprender a amar, amar en el sentido más amplio de la palabra: unirnos con el todo. Si nos apegamos a lo mundano, dejamos de amar, por la ilusión a lo terrenal.

Por eso recurro a este escrito para hacer un llamado a los creadores: ¡Fuera las letras con rimas cacofónicas! ¡Qué vuelvan la poesía! Las letras que tengan un verdadero sentido de estética, agradables al oído y al espíritu, que nos eleven. ¡Que al escucharlas podamos ser mejores personas y no seres bajos apegados a la inmediatez de los sentidos!

Sira Vargas de Biheller.

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