Charlotte Rampling enb el Festival de Venecia
Venecia (Italia) - Charlotte Rampling no pronuncia más de cien palabras en los 95 minutos de "Hannah" de Andrea Pallaoro, filme en concurso en el Festival de Venecia, pero domina siempre la escena en un brillante papel teñido de minimalismo.
La segunda obra del director de "Medeas" (2013) y primer capítulo de una trilogía centrada en las mujeres no le concede nada al público y se ubica en una perspectiva exquisita y radicalmente autoral. El hecho que quiere representar el director de Trento en esta coproducción entre Italia, Bélgica y Francia, es la vida de una anciana a la deriva, en plena descomposición humana y social, viviendo una soledad y un dolor que van mucho más allá de sus condiciones de existencia. Hannah, la protagonista, una Rampling meticulosa y precisa, vive su vida de pocas palabras, al igual que son muy pocos sus contactos. Ella que es una señora hace la limpieza de una casa de ricos con extrema discreción, tiene a su marido en la cárcel y a un hijo que ni siquiera le abre la puerta cuando se presenta con una enorme torta para el cumpleaños de su nieto.
Además, Hannah frecuenta un centro de teatro terapéutico donde se esfuerza en hacer performances vocales, glosolalias, así como interpretar pequeñas actuaciones.
Este minimalismo de Pallaoro ni siquiera está mediado por alguna explicación clara de lo que la mujer está viviendo. Sólo ecos de culpas por su esposo preso y el rechazo del hijo hacia sus padres.
Pallaoro, un realizador italiano, que reside actualmente entre Los Angeles y Nueva York, juega con la fuerza evocadora de lo que no se ve, lo que solo se puede imaginar, como un modo de dramatizar todavía más la vida de esta mujer que vive en el misterio de una vida de apariencia normal. Para salvar las cosas cuenta con la sólida presencia de Rampling que llena la escena y se transforma en una fuerza actoral hasta cuando abre y cierra las puertas de su casa, una de las escenas más reiteradas de la trama.
El modo en el cual Rampling, como la gran profesional que es, se carga el peso de la película sola con la cámara, se aprecia bien además cuando se presta a un desnudo integral más allá de su edad.
"La desesperación de Hannah me toca profundamente, tal vez porque soy consciente de cuánto el mundo puede mostrarse despiadado en su contra, o tal vez porque en ella reconozco algunas partes de mí mismo", explicó Pallaoro. "Lo que sé es que con esta película quise sentirme cercano a ella, tenderle la mano, animarla, tranquilizarla. Más que cualquier otra cosa quise que el mundo la viera, percibiera su dolor y asistiera a su esfuerzo por redefinirse y reconocerse, sola, antes de desaparecer", concluyó el cineasta. (ANSA).
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Charlotte Rampling enb el Festival de Venecia
