“Paredes desconchadas, mansiones invadidas por la naturaleza circundante, libros y publicaciones abatidos en el piso, cuadros descolgados, fotografías abandonadas, cajas de cartón y papel de embalaje, acompañan esta historia de transitoriedad desplazamiento y resiliencia”, según escribe la curadora Ruth Auerbach, en el texto que documenta la exposición.
La artista registra espacios domésticos a partir de tomas fotográficas que cuentan –siempre en ausencia de sus habitantes- las posibles narrativas del lugar y de los objetos inanimados que alberga, los cuales “serán interpretados desde la percepción vouyerista del observador, como el testimonio que documenta esa otra historia reciente de desarraigo y abandono -que también es metáfora- de un país en conflicto”.
De acuerdo a la curadora, la extensa cartografía de objetos captada por Coll en estos ambientes íntimos y extemporáneos, configura un mapa de relaciones múltiples desde las afinidades y correspondencias que percibimos entre las posesiones patrimoniales representadas y las consecuencias de una despiadada y contingente circunstancia.
Al margen de la apreciación afectiva de la artista, que también está presente, “no sólo se retrata el cuerpo del objeto como entidad ornamental pronta a experimentar el desalojo de su entorno social y un acelerado proceso de desmantelamiento; aquí se expresa potencialmente el testimonio emocional de un país; se transita la noción de desplazamiento, migraciones y diáspora, la conciencia del desarraigo y la fatalidad, las crónicas del abandono y la pérdida de nuestras posesiones, las huellas de la memoria y el olvido; y, así, un sinfín de manifestaciones y categorías identitarias que definen nuestra precipitada (des)construcción cultural”, señala Auerbach.
Asimismo, estas imágenes son el resultado de una exploración empírica y la consecuencia de una afectiva empatía con los objetos olvidados, como un viejo álbum de familia o un calendario de efemérides domésticas que traduce en su manejo, el vestigio de narrativas y memorias distantes pero también las crónicas de un presente indolente e inexorable. “Cada fotografía se traduce entonces en una metáfora visual de esa ‘casa’ que todos llevamos a cuestas, aún en la distancia”.
Marylee Coll posee cerca de tres décadas de trayectoria artística, durante las cuales ha trabajado con diversos materiales pictóricos y extrapictóricos, y ha exhibido su obra en numerosas exposiciones individuales y colectivas, dentro y fuera de Venezuela. Ha realizado varias intervenciones urbanas en Caracas y Maracaibo, además ha sido reconocida con el Premio Harinjs Liepins en el 58 Salón Arturo Michelena (Ateneo de Valencia, Venezuela, 2000); II Premio en la II Bienal Nacional del Paisaje Tabacalera Nacional (Maracay, Venezuela, 1998); y II Premio en la II Bienal Nacional del Paisaje (Tabacalera Nacional, Maracay, Venezuela, 1991).
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La exposición “Testigos del desarraigo” de la artista Marylee Coll, se estará presentando desde el 10 de junio hasta
, en la sede de Beatriz Gil Galería, ubicada en la calle California con calle Jalisco, Las Mercedes, Caracas. El horario es de lunes a viernes de 10 a.m. a 7 p.m., sábados de 10 a.m. a 4 p.m., y domingos de 11 a.m. a 2 p.m. La entrada es libre.
Mayor información puede ser consultada a través de la página www.beatrizgilgaleria.c