“Nuevo récord nacional belga: 41,8 grados en Begiknendijk!”, tuiteó este viernes Dehenauw. Las temperaturas ya alcanzaron localmente los 40ºC el miércoles, como consecuencia de la fuerte ola de calor que afectaba a gran parte de Europa, aunque las previsiones hablaban de un descenso ligero para este viernes.
La capital belga llegó el jueves a su propio récord de 39,7 ºC, registrado en la estación meteorológica de Uccle. Es la temperatura más alta de la que se tiene noticia desde que comenzaron las mediciones en 1833.
El IRM mantiene activa este viernes en casi todo el país su alerta “roja” por la ola de calor y las autoridades sanitarias recomiendan una buena hidratación y evitar la exposición al sol.
El último calor tórrido pasa en el norte de Europa, antes del progresivo regreso de las temperaturas a los niveles más aceptables y en línea con los promedios estacionales.
Después del inverosímil incendio del pasado jueves en París y otras áreas de Francia, Holanda y Alemania, se batieron nuevos récords en Bélgica, donde la temperatura alcanzó los 41,8 grados centígrados en Bekijnendijk, en la región de Brabante flamenco, un nuevo máximo histórico para el país desde 1833.
El calor provocó el cierre temporal y durante algunas horas del Atomium: es la primera vez en la historia que el monumento símbolo de Bruselas cierra por estas razones.
También en Luxemburgo se registró un record de calor, visto que el termómetro subió hasta los 40,8 grados centígrados. A pesar de estos últimos picos, argumentan los meteorólogos, Europa todavía está volviendo gradualmente a respirar, con una caída drástica de las temperaturas y la llegada anunciada de tormentas violentas.
El pasado jueves el termómetro marcó por encima de los 40 grados en países como Francia, Alemania y Holanda. La mañana de este viernes, Météo France revocó la alerta roja, equivalente a una "alerta sanitaria", decretada en los días pasados en 20 departamentos (provincias) francesas, entre ellas París.
El jueves la capital francesa alcanzó el pico histórico de 42,6 grados, algo nunca visto ni sentido desde el comienzo de la Organización Meteorológica Internacional en 1873.
Mezclado con la sequía la considerada "canícule" -como llaman a Francia los episodios de intenso calor- también causó hoy daños a la agricultura, con miles de hectáreas quemadas por incendios en regiones como Normandía y Hauts-de-France. Incluso afectó el centro de Francia, donde unos 600 cerdos murieron en el incendio de una granja atribuida al calor.
Afectó además al tráfico ferroviario. Por motivos técnicos vinculados al calor estival, los trenes Thalys que garantizan las conexiones de alta velocidad entre Francia, Holanda, Alemania y Bélgica fueron obligados a circular a velocidad reducida y mucho de ellos fueron cancelados.
A esto se sumó durante la mañana una falla eléctrica que causó la interrupción temporal de los trenes que llevaban y partían desde la estación Gare du Nord de París, incluido Thalys y Eurostar hacia Londres.
Un problema restaurado a la mitad del día. Incluso en Inglaterra, después de los 38,1 grados centígrados del jueves pasado en Cambridge, el termómetro regresó a niveles más aceptables, pero el tráfico ferroviario alrededor de Londres ha marcado fuertes desaceleraciones, si no cancelaciones, debido a los incendios a lo largo del ferrocarril. Cancelaciones también se registraron en algunos vuelos que partían de Londres-Gatwick y el aeropuerto de Heatrhrow. En cambio en Lincolnshire había una montaña rusa climática real, con la temperatura subiendo y luego bajando de 22 a 32 grados en solo una hora.
"Wow" es el tuit irónico de la British Met Office, que atribuyó el fenómeno a las tormentas eléctricas.
En Escandinavia, el termómetro fluctuó entre los 30 y los 35 grados, en particular, en Finlandia, donde los servicios meteorológicos confirman el alerta para el fin de semana y los bañistas comienzas a dar señales de preocupación por las algas azules aparecidas en los lagos a causa del calor.