Historia
Catania se origina como asentamiento sículo, refundado con el nombre de Kατάvη en el 729 a.C. por colonos griegos calcideses. En el siglo V fue ocupada por los siracusanos, que la bautizaron con el nombre de Etna, para pasar a ser conquistada por los romanos en el en el 263 a.C. Con la caída del Imperio Romano, la suerte de la ciudad corrió paralela a la de Sicilia, siendo conquistada primero por los ostrogodos, después por los árabes, los normandos, suevos y por la Casa de Anjou.
Fuertemente afectada por la erupción volcánica del Etna en 1669 y por el desastroso terremoto de 1693, la ciudad fue casi completamente reconstruida al inicio del siglo XVIII, siguiendo el gusto barroco de la época que caracteriza toda la Sicilia oriental.
Lo que hay que ver
Catania es una ciudad que fascina. Comenzando por los notables restos que se remontan al período romano, entre los que destaca el Odeón, que surge en el casco histórico, junto al Teatro Romano. Este último edificio fue construido en época griega y restaurado en los siglos I y II, a este período pertenecen también otras monumentales estructuras como el Anfiteatro y algunos edificios termales realizados en piedra lávica.
No hay que dejar de hacer una visita al castillo Ursino, fundado por Federico II Hohenstaufen en el siglo XIII y hoy museo cívico. Catania, ilustre ejemplo de barroco italiano y de reconstrucción post-terremoto, conserva la estructura urbanística proyectada por el arquitecto Vaccarini, con amplias líneas rectas que discurren en torno a la principal vía Etnea, abierta a plazas y jardines. Una de estas bellas calles se asoma a la Plaza del Duomo, que se presenta con la característica Fuente del Elefante, auténtico centro de la ciudad histórica.
Lo que hay que hacer
Visitar Catania es una sorpresa continua: se puede pasear por las grandes avenidas de siglo XVIII y relajarse en uno de los locales a lo largo de la bella vía Etnea, corazón de la vida social de Catania y lugar ideal para ir de compras. Para los amantes del mar, el litoral de Catania, caracterizado por su alternancia de playas de arena y costas de escollos de lava, ofrece un amplio abanico donde elegir.
Un itinerario lleno de lugares maravillosos es el dedicado al cercano parque del Etna, entre bosques de pinos, superficies de lava negra y cráteres humeantes.
Catania es una ciudad con mil caras que presume además de una gran vida cultural gracias en parte a su universidad, una de las más antiguas de Italia (1434).
Lo que no hay que perderse
Quien visita esta tierra en febrero podrá disfrutar de un ambiente único durante las Fiestas de Santa Ágata, la santa protectora de la ciudad. Entre el amanecer del 4 de febrero y el del 6, una procesión atraviesa Catania. Los devotos, vestidos de blanco, transportan a mano pesadísimos candelabros encendidos, llevan las andas de la santa o siguen los “candelore”.
Lo que hay que probar
La cocina de Catania es una de las más gustosas de Sicilia, no hay que perderse, entre los platos tradicionales, los de pescado. Muy típica es la pasta a la “Norma”, pero famosas son también las elaboradas con la tinta de sepia y con los “mascolini”. Es casi una obligación probar el apreciado vino DOC del Etna y, para concluir la comida, un dulce típico como los “cannoli” con queso “ricota”, el turrón de Santa Ágata y el mazapán.
Fuente Italia.it