El gobierno italiano aprobó la creación del Museo del Recuerdo en Roma para preservar el éxodo de los italianos de Istria y Dalmacia, la salida forzada de los italianos después de la Segunda Guerra Mundial.

El Consejo de Ministros, a propuesta de la Primera Ministra, Giorgia Meloni, y del Ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano, aprobó el proyecto de ley por el que se crea el Museo del Recuerdo.

El Museo tendrá su sede en Roma.

La institución buscará "reconstruir y narrar la historia de los italianos de Istria, Fiume y Dalmacia y la historia más compleja de la frontera oriental italiana".

"La creación del Museo es un deber histórico hacia los exiliados de Istria, Fiume y Dálmata que sufrieron bajo la dictadura comunista de Tito. Estas tragedias no deben olvidarse.

Son una parte importante de la historia italiana y deben ser conocidas y comprendidas por las nuevas generaciones", comentó el Ministro de Cultura, Gennaro Sangiuliano.

Para su institución, el proyecto de ley aprobado prevé un total de 8 millones de euros a utilizar (3 en 2024, 3 en 2025 y 2 en 2026) y se prevé un gasto de 50 mil euros anuales para su funcionamiento.

Para gestionar el Museo, el Ministerio de Cultura creará una Fundación, propiedad no sólo del MIC, sino también de la Región del Lacio y otras entidades públicas y privadas.

Tanto los fondos para el establecimiento del Museo como los destinados a su funcionamiento se encontrarán dentro de la reserva y fondos especiales de la misión Fondos a distribuir, de la previsión del MEF, utilizando también en parte la provisión prevista para el Mic.

El éxodo de los italianos de Istria y Dalmacia fue la salida forzada de los italianos étnicos de Istria, Fiume y Dalmacia, después de la Segunda Guerra Mundial.

En el momento del éxodo, estos territorios eran parte de Yugoslavia, mientras que hoy forman parte de las Repúblicas de Croacia y Eslovenia. En estas áreas, hubo una política forzada de italianización de la población en las décadas de 1920 y 1930.

Además, hubo actos de violencia fascista no obstaculizados por las autoridades, como el incendio de la Narodni dom (Casa Nacional) en Pula y Trieste llevado a cabo por la noche por fascistas con la connivencia de la policía (13 de julio de 1920).

La situación se deterioró aún más después de la anexión de la Marcha Juliana, especialmente después de la llegada al poder de Benito Mussolini (1922). En marzo de 1923, el prefecto de la Marcha Juliana prohibió el uso del croata y el esloveno en la administración, mientras que su uso en los tribunales fue prohibido por Real Decreto el 15 de octubre de 1925. (ANSA).