Cinco obras que sobresalieron en un programa oficial que incluyó un total de 38 películas de todo el mundo.
En vísperas del premio del Público con el que se cerrará la manifestación mañana por la tarde, se proyectaron las dos últimas aspirantes del subcontinente, la peruana "La última tarde" de Joel Calero y la colombiana "La mujer del Animal", de Víctor Gaviria.
Diferentes en cuanto a estilo, pero muy semejantes en su dura mirada hacia la realidad, pasada y presente, de ambos países.
"La última tarde" es el segundo largometraje de Calero después del alabado "Cielo oscuro", mientras que "La mujer del Animal" es el cuarto del veterano cortometrajista y documentalista Gaviria, recordado por su opera prima, "Rodrigo D: No Future", realizado en 1990.
El film peruano es un largo diálogo por las calles de Lima de dos ex militantes extremistas de izquierda que vuelven a encontrarse después de 19 años para firmar el divorcio, en el que saldrán a relucir viejos resquemores y una verdad que desconocían.
Un hombre y una mujer divididos por la historia y las clases sociales, él pobre estudiante, ella ingenua hija de la buena burguesía limeña, unidos brevemente por un amor y una ideología ilusoria, son los protagonistas del film, encarnados a la perfección por Katerina D'onofrio y Lucho Cáceres.
A través de la original idea de seguir con cámara en mano a los actores mientras estos conversan acerca de lo que hicieron después de separarse, Calero logra suavizar la teatralidad del guión, inventándose siempre incidentes que amenizan la narración hasta la terrible revelación final.
"La última tarde" examina los años de plomo de Sendero Luminoso y la guerrilla urbana a través de los efectos a distancia de una guerra civil no declarada, en una generación movida por ideales que nunca lograron convertir en realidad.
"La mujer del Animal" es, en cambio, el despiadado retrato de la vida de los habitantes marginados de las colinas que rodean a Medellín, apiñados entre violencia, criminalidad, represión policial y falta de solidaridad, que permiten la violación y la continua violencia sufrida por una joven apenas salida de la adolescencia, de parte de un sádico criminal que domina la comunidad con su banda de acólitos.
La historia de Amparo que tiene la mala suerte de despertar el apetito sexual de Libardo, más conocido con el apodo de "Animal", que la mantiene sujeta a su arbitrio con amenazas y violencias, es contada por Gaviria como un vía crucis que se concluirá solo con la muerte del hombre, asesinado por parientes de una de sus víctimas, despertando el dolor de sus familiares y la alegría de parte de la comunidad que celebra la muerte golpeando ollas.
Gaviria muestra la falta de solidaridad entre los habitantes, amedrentados por la violencia inaudita del "Animal", capaz de raptar a una novia el día de su boda para satisfacer su apetito, pero también sabe describir el coraje de Amparo que, a pesar de los golpes y las humillaciones, mantiene su dignidad de ser humano. (ANSA).